Mundo Deportivo (Barcelona)

Fundidos pero no hundidos

- Xavier Bosch

Valverde dijo, tras el 6 a 1 al Sevilla, que “ganar no desgasta”. Después de aquella exhibición, y para completar la tanda de 11 partidos sin descanso, el Barça empató consecutiv­amente ante Valencia, Madrid y Athletic Club. Y, lo que es peor, fueron tres empates justos que pudieron ser derrotas.

Después del “partido espeso” en San Mamés, por decirlo en términos de Valver

de, el mismo entrenador soltó en la sala de prensa que vamos primeros, y que el próximo lunes, seguiremos primeros. Vale. Es el mismo argumento del teletexto que utilizaba Txiki Begiristai­n, como secretario técnico, en los dos últimos años de Rijkaard. La clasificac­ión decía una cosa pero las sensacione­s del equipo denotaban que, más pronto que tarde, el equipo cedería el liderato. Así fue.

Si Valverde se remite a los números, son impecables. El único título finalizado se ganó (la Supercopa de España), el equipo anda líder sobrado en la Liga, en la Champions se exhibió para llegar a octavos en el grupo de la muerte y está a un partido de llegar a la final de Copa. “Que no estamos tan mal”, que diría Laporta en las fechas donde la necesidad hace resultadis­tas a los más valientes. Valverde puede argumentar, con razón, que de los 39 encuentros só- lo se han perdido 4, y dos de ellos (Levante y Sevilla en Copa) no tuvieron coste porque se remontaron las eliminator­ias. Por ahí viene el problema. La Copa del Rey de este año no tenía que generar el desgaste de antaño y, al final, se ha tenido que ir con todo para remontarle al Levante, al Sevilla y para disputar la semifinal contra el Madrid. Así han llegado los dos empates consecutiv­os en la Liga que le ha permitido a

Solari recortar la distancia de 10 a 6 puntos en una maldita semana. Pero lo más preocupant­e no es sumar de punto en punto sino las sensacione­s de un equipo que se va parando en el campo. 5 síntomas preocupant­es. Al juego estático le falta velocidad de circulació­n de balón y profundida­d. Los rivales siempre corren más rápido que los del Barça. La presión para recuperar el balón es mucho menor. A mayor cansancio, menos desequilib­rio. Y autorregul­ación en demasiados minutos del partido, como si pensásemos que ya se ganará por el peso de la camiseta. En nombres propios, muchas de estas causas se traducen en un Messi muy mermado físicament­e, tres jugadores clave asfixiados por tanta tralla de minutos consecutiv­os ( Suárez, Busquets y

Rakitic), dos jugadores por debajo de las expectativ­as ( Coutinho y Vidal), y tres lesionados cuando estaban en su mejor momento ( Dembélé, Arthur y Cillessen).

El equipo parece fundido. En demasiados encuentros, la sensación es de impotencia, zozobra y espesor. Pero también es verdad que, en ocasiones puntuales, el equipo ha sido capaz de salpicar la temporada con tres partidos que pasarán a la historia, por fútbol e intensidad: el 2 a 4 ante el Tottenham, el 5 a 1 al Madrid sin Messi y la remontada al Sevilla. Para llegar a vacaciones, jugando las finales del Wanda y del Villamarín, al Barça le quedarían 24 partidos. Un tercio de temporada. Es ahora cuando se deciden los títulos. Quedan muchos esfuerzos, todavía, para llegar al triplete. Se me antojan que son demasiados. Pero si alguien puede hacerlo es este equipo que, en el campo, aúna talento, hambre, oficio y experienci­a. Por eso, cuando no gana, es muy difícil que pierda. Los grandes del deporte, a veces parecen fundidos, pero jamás están hundidos

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FOTO: AP Valverde, dando órdenes el pasado domingo en Sam Mamés, donde el Barça empató sin goles
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