La paciencia de Aleñá

La paciencia es una virtud. Y Carles Aleñá es un ejemplo. En el fútbol todo va muy deprisa. Los jóvenes y sus representantes son, a veces, muy impacientes. Quieren llegar al primer equipo quemando las etapas a gran velocidad. Y en muchas ocasiones, algunos a edades muy tempranas y en plena formación abandonan sus clubs para ir a jugar muy lejos, a otros países.

Por eso es positivo observar la carrera de Aleñá

(21 años). Ha sido hasta el día de hoy de una total fidelidad a su Barça. Desde que llegó a los siete, su apuesta siempre ha sido seguir hasta aterrizar en el primer equipo. Paso a paso. Despacio, pero seguro. Va entrando con pocos minutos, en cuentagotas. Sólo ha disputado 291 minutos en la Liga, la mayoría en el Camp Nou (251). Carles es el 17º de la lista en minutos jugados de la actual plantilla azulgrana que lideran Ter Stegen y Piqué (2.250).

Aleñá siempre ha estado a disposición de Valverde con buena cara, con gran disposición. Un ejemplo es el último partido liguero contra el Sevilla (2-4) en el Ramón Sánchez Pjzjuán. Entró en el minuto 79 sustituyendo a un gris Coutinho, cuando los culés empataban a dos goles. Su presencia ayudó en el gran final blaugrana, donde Leo Messi marcó su tercero, el del ‘hat-trick', en el minuto 84, y Luis Suárez el cuarto en el 92. Carles se va ganando un cierto papel en este Barça a la espera de ir teniendo poco a poco más protagonismo. La paciencia de Aleñá es una de sus virtudes