Supervivir o el desastre
La suerte del Real Madrid está echada. O elimina al Ajax y con ello gana tiempo o las sirenas del Bernabéu empezarán a chillar si los talentosos muchachos del Ajax aprovechan las dudas del equipo de Solari y lo ponen en la puerta de embarque de las vacaciones. O, lo que es lo mismo, estallará una crisis de imprevisibles consecuencias que salpicará de lleno a Florentino y anticipará la urgente remodelación de plantilla y técnicos. La bochornosa pérdida de Copa y Liga en un santiamén sin marcar un gol al Barça, junto con la aparición de reproches en el vestuario, han generado una intranquilidad creciente ante el retorno de la Champions, el torneo fetiche del madridismo. Las firmes convicciones del Madrid se han esfumado y hoy librará el partido de su supervivencia bajo la nostalgia de los goles de CR7 (21 en 31 partidos con la Juve) y la falta de actitud de los veteranos que debían dar la cara.
LOS ACTORES DEL SAINETE PROMETEN emociones. Modric, con la autoridad que le da un Balón de Oro que también mereció Rakitic, lanzó un dardo al vestuario preguntándose dónde estan los que debían aportar gol. Recordó el The Best 2018 que sin CR7 les dijeron que el plan era repartir los tantos, pero nadie ha dado el paso. El reparto va así: Benzema (20), Bale (13) y Ramos (11). No se ha querido perder la fiesta el extravagante agente de Bale metiéndose con la afición porque increpa al galés; Kroos se aleja de un Solari al que no le servirá de nada seguir en su mundo de color y Mourinho quiere regresar halagado por los rumores que le sitúan en Chamartín, posibilidad que una mayoría detesta pero que Florentino alienta para imponer mano dura. Pasa, sin embargo, que el Madrid gana las Champions con técnicos blandos.
SIN EL ARMA INTIMIDATORIA DE Sergio Ramos, el técnico Ten Hag se ha crecido y ve posible la remontada jugando al ataque y sin complejos. Este Ajax del blaugrana De Jong y del otro objetivo De Ligt no tiene nada que perder. Dejar fuera a los blancos de Europa multiplicaría el prestigio de la escuela ‘ajacied'. Todo queda abierto