El entrenador, la eterna patata ardiente de FP
Mucho me temo que la información y la opinión sobre el Real Madrid van a monopolizar estas epístolas capitalinas en las próximas semanas, quizás meses. Es lo que hay. También intuyo que el asunto va a resultar cansino. Salvo inspiración divina o alguna filtración fetén, habrá más rumores que noticias y la mayor parte estarán cogidos por los alfileres que siempre acompañan a las historias de fichajes y traspasos.
En el Bernabéu, en época de crisis manifiesta, las cosas de palacio suelen ir despacio, incluido la parcela del entrenador. Ahí es donde más le duele a Florentino Pérez. Es su eterna patata ardiente. Para bien y para mal. Amparado en que históricamente el Real Madrid nunca ha tenido un estilo de juego definido, como por ejemplo el Barça desde la llegada de Cruyff, y por el contrario ha estado abierto a toda clase de métodos o tendencias futbolísticas y casi todas le han dado más o menos resultados en forma de títulos, el presidente tiene abierto el abanico de perfiles y apuesta por un técnico u otro dependiendo de la situación y del momento.
Florentino, que hoy cumple 72 años, es más de jugadores que de entrenadores. Lo aprendió desde pequeñito cuando iba con su padre al Bernabéu. Él, con pantalón corto, vio jugar a Di Stefano, Puskas y Gento. Entre otros. Y después a Amancio ,a Pirri ,a Velázquez… Y así hasta llegar a la presidencia y ponerse a fichar galácticos como un poseso: Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham... en su primera época y a los Cristiano, Kaká y otro buen puñado de futbolistas en la segunda. La figura del entrenador es un requisito necesario por la reglamentación vigente. Nada más. Su teoría es que al morador del banquillo hay que darle buenos jugadores, los mejores posibles, y exigirle discreción, trabajo y dedicación.
Ahora mismo le ocupa bastante más cómo llegar hasta Mbappé –lo de Neymar le convence, pero cada vez menos- y asegurar los fichajes de Hazard, Eriksen, Militao y algún tapado que está en cartera, que quién será el recambio de Solari. Vendrá quien tenga que venir, quien se ponga a tiro en el sitio justo y en el momento oportuno.
Le preocupa bastante más que haya salido mal el cálculo con los jugadores que el trámite de los entrenadores. Pensó que entre Benzema, Bale, Isco y Asensio… podían que hacer los goles de Cristiano oal menos acercarse y no. Ni siquiera se acercaron. Hasta Modric ha reconocido recientemente que ese era el plan. Por eso y por otro conjunto de razones que tienen que ver con el juego además de con la eficacia, el equipo está donde está y el club en una situación de zafarrancho de combate en la que no hay que olvidar que habrá por medio una amplia reestructuración del estadio con una inversión no menor de 500 millones de euros.
Que ningún entrenador le enloquezca no significa que no esté inmerso ya en la contratación de uno. Posiblemente sea en el capítulo deportivo que más se deje asesorar. Bastantes de los técnicos que ha tenido llegaron desde el consejo de los más cercanos: Luxemburgo, Pellegrini, Mourinho, Benítez y Lopetegui, seguros. A priori, puede que Ancelotti fuera quien más le convenciera personalmente, aunque acabara totalmente desilusionado con él. Zidane llegó por cercanía e inmediatez en otro momento de crisis. Y Solari porque Conte dijo no y no había otro.
Ahora, hay prioridades. La opción Zidane suena a paz interior, nostalgia y éxitos. La de Mourinho, a clavo ardiendo. La de Allegri, a candidatura sólida de verdad. La de Conte, menos, pero en tercer plano. Pocchetino gusta bastante, pero tiene sus aristas: negociar con el Tottenham y que pudo haber dicho sí el verano pasado antes de prolongar con su club y no lo hizo. Klopp está descartado porque no se mueve de Anfield. Y Joachim Löw, el seleccionador alemán, que da el perfil, tiene contrato hasta 2022 aunque lo podría rescindir al finalizar la Eurocopa 2020. Demasiado tarde.
Esperar toca, aunque en horas se puede cambiar de planes