El peor de los homenajes
Dilatar informativamente la tragedia de Kobe Bryant acaba resultando esperpéntico
Amedida que pasan los días, la información alrededor de la tragedia de Kobe Bryant va degenerando y empobreciéndose. La catástrofe es, por ahora, bastante limitada a nivel de datos: los pasajeros y sus circunstancias, las imágenes del lugar del accidente, las hipótesis y las reacciones a la tragedia. No hay tanto que contar. Aún así, es lógico que la dimensión del impacto genere noticias complementarias: repaso biográfico de Bryant, su vida familiar, homenajes, los amasijos de hierro, todo tipo de especialistas en temas de pilotaje aéreos, el negocio de algunos aprovechando el fallecimiento… Pero hay una tendencia generalizada bastante cutre que consiste en enseñar “la última imagen de…”.
El martes en Deportes Cuatro ofrecían el clásico “la última imagen de Kobe Bryant en vida” y enseñaban un vídeo grabado con el móvil del deportista en un centro comercial. En todas las cadenas también mostraron “la última imagen del helicóptero antes del accidente”. El vídeo no aporta nada. Es más, podría tratarse de cualquier helicóptero. Pero ahí está para crear una expectativa que informativamente es de escasísimo valor. Ayer, otra novedad se propagaba en todas las cadenas: el sonido del helicóptero en el momento del accidente según lo captaron las cámaras de seguridad de la zona. Lo curioso es que, según la cadena que ponías, el sonido era distinto y más allá de un ruido desagradable, el audio era intrascendente e indefinido. Cada cadena lo adaptaba a imágenes que recreaban la trayectoria y el impacto del helicóptero contra la montaña, añadiendo además un gráfico con las ondas del sonido para hacerlo más convincente.Es obvio que en los próximos días asistiremos ya al nivel de chorrada máxima, para dilatar el melodrama a niveles impensables. Ante muertes tan tempranas, trágicas y dolorosas, hay un tipo de periodismo que intenta equiparar la intensidad del impacto a los minutos de emisión, dilatando la catástrofe por encima de sus posibilidades. Y aquí es cuando pasamos de la información al morbo inútil, que es el peor de los homenajes póstumos que puedes hacerle a alguien
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