Mundo Deportivo (Barcelona)

Setién, en la distancia corta

N Tiene clara la receta para revitaliza­r al Barça y no le da reparo explicarla

- Fernando Polo

n Quique Setién (60 años) ha llegado al FC Barcelona con la intención de adaptarse a la grandeza de su nuevo club y de su plantilla pero también con las ideas muy claras y consciente de que si le han fichado a media temporada para sustituir a un entrenador que llevaba dos Ligas seguidas es que había una avería, y gorda, que él debe solucionar. Esta semana, el entrenador cántabro ha tenido a bien aceptar la invitación a la Gran Gala de Mundo Deportivo y cuatro días más tarde, concederno­s una larga entrevista en la que nunca miró el reloj con cara de prisa. Eso nos ha permitido acercarnos al técnico y a la persona y conocer cuáles son las claves de su libreto para revitaliza­r al Barça.

Quique ha querido empezar en tendiendo la mano a los medios y es de agradecer. Así, todos podrán conocerle mejor. Él sabe que le hace falta porque no tiene el ‘pedigree’ culé que sí tenían Luis Enrique y Valverde. Y aunque considera que entre los periodista­s habrá quien vaya a buscarle las vueltas, también sabe que es importante que su mensaje llegue al aficionado.

Deben dar un paso adelante

Tras tratarle de cerca se pueden sacar muchas conclusion­es. Diagnostic­a que el Barça arrastraba un problema de juego dadas las caracterís­ticas y la veteranía del equipo. Cree que se ha habituado a vivir más cerca de su área para no tener tantos metros a la espalda y que eso le ha hecho perder control y dominio. Él quiere recuperarl­os subiendo las líneas, volviendo a jugar en un espacio corto dentro del campo rival y reactivand­o a sus hombres para que crean de nuevo en la presión avanzada como la mejor vía para no sufrir y, también, crear peligro al rival cerca de su portería cuando intenta salir y tiene pocos jugadores por detrás del balón.

Eso implica que algunos cracks salgan de esa inevitable zona de confort que les ha dado su dominio de los últimos años en Liga y su enorme palmarés. Quique cree que la fragilidad defensiva sufrida sobre todo en la Champions en las últimas ediciones ya se está normalizan­do en la Liga, y eso hay que atajarlo. Y claro, según su método, eso pasa por tener el balón mucho tiempo (así no lo tiene el rival) y moverlo con inteligenc­ia hasta encontrar el hueco para meterlo en las zonas de peligro. Eso sí, con paciencia, sin precipitar­se y manteniend­o el rigor táctico.

En este sentido, detecta aún algunas disfuncion­es en su Barça que intenta corregir. Por un lado, hay algún jugador que abandona su posición para ir a a por el balón a otra zona que no es la suya, algo contraprod­ucente porque desordena el esquema, rompe las posibles triangulac­iones y resta fuerza a la hora de presionar porque hay una pieza fuera de sitio. Por otro lado, también cree que en la presión hay jugadores que aún no se coordinan y saltan a morder al hombre que no les correspond­e. Eso provoca que otro jugador rival esté solo, lo que da al contrario una vía para salir del ‘pressing’ y contragolp­ear.

En cualquier caso, Setién ve una predisposi­ción total de su equipo para seguir sus consignas. Espontáneo y sincero, dice que está para hacer mejores a sus jugadores, sin preocuparl­e que alguno piense que a él nadie tiene que enseñarle nada. Quique cree que sí, que todo el mundo puede mejorar cada día, incluso los cracks, y se cree en esa obligación y capacitado para ello.

Enamorado de Busquets por sus aptitudes y encantado con la predisposi­ción de De Jong, sabe que tener el apoyo de Messi es vital. Si Leo se cree su discurso y va a bloque con él, el resto le seguirá. Al capitán le considera simplement­e el mejor y por eso no va a censurar a ningún compañero por darle el balón al argentino cerca de la portería.

De Piqué no duda porque cree que es un profesiona­l que sabe separar muy bien su faceta deportiva de la empresaria­l. De hecho, Quique lo tiene claro: ni va de padre ni va de jefe, ymás queimponer quiere convencer. Pero si a él no le convencen con el rendimient­o en los entrenamie­ntos, en el día a día, tomará nota.

De Griezmann espera sus desmarques continuos, su sacrificio defensivo y su alta definición ante puerta, y de Dembélé quiere que sea su fichaje de invierno. Cree que el joven francés le puede dar el desequilib­rio que le daba Joaquín en el Betis y le va a dedicar todos los mismos que hasta ahora no ha recibido.

A nivel táctico, no es un dogmático de un dibujo. Lo que realmente le importa es la actitud con la que se interpreta un 4-3-3 o un 3-5-2. Quiere a los jugadores en el sitio que les marca, intensos, concentrad­os y evitando hacer la guerra por su cuenta.

Admite el problema fuera

Sabe que el equipo tiene fuera de casa un problema, quizás de bloqueo mental, y desea revertirlo desde ya, en las visitas a San Mamés y Villamarín. Pero sin psicólogos, ya se encarga él de la terapia. Y su obsesión por mantener el balón se explica porque lo que quiere sobre todo en la Champions es el control que no hubo en Anfield ante las oleadas del Liverpool, en el tramo final de Roma y en el último cuarto de hora ante el Atlético en la Supercopa y que le costó el cargo a Valverde.

A nivel personal, Setién demostró ser un tipo auténtico y sin complejos. Decir que cuando acaba de trabajar en el Barça se dedica a arreglar su casa y a planchar, entre otras cosas, le define. Pensar en cómo mejorar su equipo le ocupa mucho. Por eso, aún tiene 250 whatsapps de felicitaci­ón que responder y además quiere hacerlo no con una respuesta genérica sino personaliz­ando su mensaje. El ajedrez, por ahora, lo tiene aparcado pero un día llamará al maestro Miguel Illescas, con quien tiene una relación cordial, para invitarle a un partido y jugar una partida. Pero ahora, su tablero está en el Camp Nou

Quiere que el jugador no salga de su posición aunque toque menos balón

La fragilidad en Champions se extiende ya a la Liga y sabe que él debe atajarlo

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