A subir cimas más altas que el Kilimanjaro
N Muguruza se oxigenó en el pico africano y cambió drásticamente su equipo técnico, asentado por la final pero con los títulos como objetivo
n Garbiñe Muguruza se oxigenó en Tanzania, acometiendo la ascensión al Kilimanjaro, al pico más alto de África, el Uhuru. “Retos”, subrayó la caraqueña compartiendo varias fotografías en pleno esfuerzo. Cerradas las vacaciones de noviembre con un baño en las playas vírgenes paradisíacas de aquel país, la tenista se aprestó a reconquistar cumbres mayores. En términos deportivos, regresar al nº 1 y conquistar más Grand Slams, de acuerdo con su real potencial, escondido durante temporada y media.
Necesitaba renovar aires la española, que decidió romper con el entrenador francés Sam Sumyk, con ella desde el verano de 2015. Tras unas semanas ayudada por Anabel Medina, optó por Conchita Martínez, con quien triunfara en Wimbledon’17 y que había cerrado su etapa con Karolina Pliskova.
“Va increíble. Es muy difícil empezar el año con equipo nuevo y llegar a una final de Grand Slam. Demuestra que la decisión ha sido acertada”, señaló en pleno duelo. “Es un momento triste, normal tras una derrota”. Fichó al preparador físico argentino Santiago de Martino y afianzó a la fisioterapeuta alemana Cathrin Junker.
“He ganado a jugadoras top, estos resultados demuestran que lo que estoy haciendo está funcionando. Es un buen inicio. He superado momentos difíciles, he conseguido ganar partidos a las buenas, a las top ten. Me he encontrado mejor con mi tenis. Mentalmente es duro, son dos semanas 24 horas concentrada en un Grand Slam. Me llevo muchas cosas positivas”, analiza Muguruza.
Advierte, sin embargo, que nadie espere un cambio radical en cuanto a seguir una línea regular. Siempre se ha caracterizado por lo contrario. “La regularidad nunca ha sido mi fuerte. He sido jugadora de hacer grandes torneos, no 25 al año, a veces de manera inesperada. En eso sigo trabajando pero es muy difícil porque juego agresiva, con mucho riesgo. Y mi personalidad es (para, ríe, no da más explicaciones). En fin, es muy difícil”.
Nunca ha escondido que “lo que me gusta son los grandes torneos”, se crece en los escenarios relevantes. Por ello aún duele un poco más haber cedido ante la no vata Sofia Kenin en el Open de Australia: “Me hubiese gustado sacar mejor. No he encontrado mi saque, lo que me ha puesto en situación de amenaza constante. En los rallies (intercambios) ella ha controlado bien. De repente empezó a pegar golpes ganadores y me lo puso muy difícil. Creo que al ir haciendo dobles faltas he acabado haciendo muchas”. Tres en el último juego, que selló con la octava.
Muguruza, 26 años, asciende de la 32ª a la 16ª plaza, mirando hacia cotas altas, en el ranking y en las competiciones. Advierte que “yo no desaparecí, yo estuve ahí. Quizás no llegaba a las rondas finales, pero estaba en el circuito”. Con su calidad, se la extrañaba en la élite. “¿De vuelta? Si la gente lo ve así porque estoy en una final de Grand Slam, tiene sentido”
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