Ellos son responsables de la cancha... y hoy toca cancha “La actitud no es negociable, el acierto sí lo es”
El comunicado de Messi, pertinente o no, hay que leerlo con lupa. Más allá de la andanada a Abidal, el escrito de Leo establece también un interesante organigrama de las funciones de cada uno dentro del club. Harto ya de la leyenda de que él pone y quita entrenadores y que pide o no fichajes, el escrito dirime quién es responsable de cada ámbito. Decidir el entrenador y la plantilla es cosa del secretario técnico. Los jugadores no quieren, lógicamente, que les endosen un muerto que no es suyo. A Valverde, ellos no le hicieron la cama. El paulatino declive del equipo, el aburrimiento progresivo del aficionado y unos resultados en Liga por debajo de las expectativas generaron la necesidad de un nuevo impulso. Pero, en la reprimenda de Messi, hay otro fragmento para la historia. Dice el capitán que “los jugadores son los responsables de lo que pasa en la cancha”. Ya era hora que alguien se sincerase de esta forma. Lo del 4-0 en París, el 3-0 en Turín, el 3-0 en Roma o el 4-0 en Anfield era responsabilidad de los jugadores. Igual que ganarle 5-1 al Madrid o meterle 6-1 al PSG. Por fin salen a decir que ellos son responsables de lo que pasa en la cancha. Pues hoy toca cancha. Y difícil. A partido único. En la Catedral. Una final. Sólo ganar sirve para seguir aspirando al triplete
HXavier Pascual, tras diez años como entrenador del Barça de balonmano, escribía ayer un artículo en La Vanguardia dedicado al capitán Víctor Tomàs, que se retirará a final de temporada por culpa de un problema de corazón. En esa sentida columna de opinión, absolutamente recomendable, el entrenador mostraba, a partes iguales, dosis de ternura, de psicología y de humor que son, seguramente, más allá de los muchos conocimientos técnicos, características de la mano izquierda del entrenador y clave de los éxitos del grupo. Pascual revelaba una de las frases que siempre repite a sus jugadores: “La actitud no es negociable, el acierto sí lo es”. Es una gran verdad del deporte de élite. La profesionalidad tendría que rimar, siempre, con la máxima exigencia. Cada uno tiene que darlo todo, hasta la extenuación. En los entrenos para mejorar en todas las facetas físicas, técnicas y tácticas. En la alimentación para tener un cuerpo al que sacar el máximo rendimiento en los esfuerzos cortos y en los largos. En las horas de descanso, en el análisis del rival... Y luego, en el partido, sudar la camiseta hasta chorrear. La actitud no es negociable. Víctor Tomàs es el ejemplo llevado hasta las últimas consecuencias. Ojalá todos los que llevan el escudo del Barça se partiesen siempre la cara como él
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