Planificación indefendible
Seis años ya buscando sin encontrar a un ‘9' que cubra con garantías a Suárez, y sólo 16 fichas del primer equipo para ganarlo todo. Nunca nadie lo intentó con tan poco. Juegan siempre los de siempre. No hay más
Desde que el Barça se hiciera, en julio de 2014, con Luis Suárez por 81 millones, sólo han llegado al Camp Nou otros dos delanteros centro: Paco Alcácer (2016) y Boateng (2019). En el camino, esporádicas apariciones de gente de la cantera como Munir o Sandro. La alternativa al uruguayo, extraordinario, ha sido siempre testimonial y lo sigue siendo.
Alcácer se marchó al Dortmund en 2018 tras anotar 15 goles y dar 8 asistencias en 51 partidos. En Alemania marcó 19 en las 32 presencias de su primera temporada. Gol, tenía. Poco en opinión de los técnicos del Camp Nou, pero infinitamente más que el recambio que se concretó con la esperpéntica aparición que se presentó un año después, Boateng: ni una sola diana con el escudo del Barça.
Con todo, y sobre todo, más allá de lo estadístico, lo importante es la despreocupación del Barcelona por cubrir esa plaza de secundario que pudiese ser protagonista en los periodos de ausencia de Suárez. Son ya seis años, seis, sin cubrir ese riesgo y así sigue estando. Igual que estaba. Buscando un ‘9’ con urgencia, porque Luis está lesionado para unos cuantos meses, Dembélé también y Carles Pérez vendido temerariamente a la Roma.
A día de hoy, bajo esta tormenta, puede que no nos demos cuenta de la que está cayendo pero, con el tiempo, este año acabará siendo negativamente histórico por las condiciones con las que los entrenadores, Ernesto Valverde y Quique Setién, afrontaron el calendario de un club que aspira a todos los títulos que disputa.
Y es que, más pronto que tarde, se escribirá mucho del innegable y acusador reproche que representa intentar ganarlo todo, no sólo sin ese ‘9’ que se sigue buscando con permiso de la ley si la lesión de Dembélé acaba siendo de larga duración, sino también, y esencialmente, porque Setién sólo tiene 16 fichas del primer equipo, más Ansu Fati. Esto es incomprensible. No hay referencia similar en Europa. Nadie aspira a tanto con tan poco.
Una cosa es que a determinados entrenadores les gusten plantillas cortas, y otra es que Setién tenga que jugarse el pellejo con sota, caballo y rey. Pero ojo, sin juntarles a todos en la misma alineación. Como ocurrió en Bilbao, donde, pensando en el partido del domingo contra el Betis (otra final) dejó en el banquillo a Griezmann y Arturo Vidal, dos de las bazas ofensivas con las que podía haber hecho frente a un duelo a vida o muerte, como era el de San Mamés.
No vamos a citar ahora la larga relación delanteros centros que han crecido en Europa a lo largo de los últimos seis años, ni recordar de nuevo las inversiones siderales del Barcelona en futbolistas que no han cuajado. Lo que sí debemos recalcar es que, visto lo visto, se ha comprado mal, caro, carísimo y en posiciones que no urgían tanto como el eje del ataque. Y, sí, puede que la decisión de no firmar otro ‘9’ de categoría haya sido para no molestar a Suárez, futbolista de impresionantes prestaciones. Error y engaño. Si, como se dijo hace años, la idea de esta junta y la de sus directores técnicos, era fomentar la competencia en la plantilla, se ha terminado haciendo todo lo contrario. Juegan siempre los de siempre, porque no hay más. Al contrario, lo que hay, de un día para otro, resulta siendo menos. Tanto es así, que una semana el Barça vende a Carles Pérez y a la siguiente se arrepiente de haberlo vendido.
Esto demuestra dos cosas: que no hay planificación coherente y que el club, el de los 1.000 millones, ante las urgencias del primer equipo y las del balance económico, opta por recaudar en vez de gastar. Lógica consecuencia de haber despilfarrado tanto
H