Una vida de saltos surrealistas
N Celia Fernández, de un gimnasio de Madrid al circuito mundial de ‘high diving’ tras pasar por el circo de Macao
n“Mi vida en general es un poco surrealista”, empieza. Y lo explica. “Tengo vértigo de asomarme de un quinto piso hacia abajo y sentir ese cosquilleo al ver el asfalto”, dice. Un vértigo que adquiere su relevancia porque Celia Fernández es la primer mujer española de la historia presente en el circuito mundial de ‘high diving’, en el que ejecuta saltos desde más de veinte metros de altura y soporta impactos con el agua a unos setenta kilómetros por hora.
Porque la historia de Celia, en efecto, es de todo menos tradicional. Ingeniera de telecomunicaciones, compagina la práctica de su deporte con su trabajo de consulto
Ingeniera, combina su labor de consultora de farmacéuticas con una atípica preparación
ra para farmacéuticas. Y no, tampoco soñaba de pequeña con dedicarse a los saltos. “Yo hacía gimnasia artística”, cuenta. De hecho, rechazó marcharse al CAR de Madrid para disfrutar de su deporte. Se hizo autodidacta e incluso se tomó un respiro para irse de Erasmus.
Cuando volvió a casa, todo cambió a raíz de una audición para un espectáculo que le cautivaba. “En una de las audiciones se nos pedía hacer saltos en el agua y pensé que sería divertido combinarlos con la gimnasia”, explica. Así, se presentó en la M-86 de Madrid dispuesta a aprender a saltar de trampolín. Año y pico después, obtuvo su recompensa. Entró a formar parte del espectáculo ‘The House of Dancing Water’ de Franco Dragone y arrancó un viaje a lo desconocido.
Este le llevó a Macao. Dragone es uno de los grandes impulsores del ‘Cirque du Soleil’ y la compañía representaba allí su show. En él, Celia se encargaba de los saltos, pero a lo grande. “¡Tenía que hacerlos desde una altura de diecisiete metros!”, exclama. “hacíamos trapecio, otros volando desde el arnés y ‘Russian swing’. Es como un columpio en el que una persona va
Yempujando a otra que está sentada hasta que coge altura, hace el salto con una acrobacia y cae al agua”, explica.
Tan solo en una ocasión probó a saltar desde los veinte metros mientras trabajaba allí. Pero se quedó con ganas de repetir. Por ello, cuando acabó su participación en ese espectáculo y su implicación con otro que le siguió, Celia volvió a casa. Se instaló en Barcelona y trató de dar forma a una idea que rondaba por su cabeza. “Cuando vine a
Barcelona mandé mi propuesta para competir en las series de Red Bull. Les envié vídeos pidiendo que me invitaran a las competiciones. Sabía que me iban a coger para competir y me daba pavor pensarlo”, dice. Red Bull había puesto en marcha en 2009 sus ‘Cliff Diving World Series’, un circuito mundial de saltos de más de veinte metros de altura, la mayoría de ellos en espectaculares parajes. En 2018, Celia fue aceptada en el circuito.
Un rompecabezas para entrenar
Se le planteaban entonces varios desafíos: conseguir el apoyo de las federaciones correspondientes (RFEN y Federació Catalana), conseguir un entrenador y encontrar parajes para poder entrenar. “Mi primer contacto fue con la Catalana para poder entrenar en Barcelona. Mi entrenador actual Agustín Sánchez me ayudó con el proyecto y lo movió todo para que pudiera entrenar en el CAR de Sant Cugat”, dice una Celia que se hizo con una licencia de saltadora, a pesar de ser ‘high diver’. Al principio se pagaba los entrenamientos en el CAR, aunque después logró ir abaratando costes.
Lo de la altura ya era más complicado por la falta de recursos. “Entrenamos en la plataforma de diez metros o en la de siete y medio en Sant Cugat, en la piscina. Dividimos los saltos por la mitad, los entrenamos por partes y luego en la competición las juntamos”, cuenta. Los cálculos sobre la fuerza que imprime a cada salto y los movimientos que tiene que hacer en ellos son milimétricos para que la ejecución sea perfecta cuando compite. “Por ejemplo, la fuerza del mortal y medio en diez metros es la fuerza del doble mortal en veinte”, dice. Entrena entre seis y siete saltos diferentes y tiene claro que lo principal es el control mental. “Si hay un apiz de desconfianza, mejor no lo hagas.Un tortazo desde veinte metros de altura hace que se te vaya todo el entreno de tres años”, avisa.
Celia se ha ido internando en el circuito. Red Bull y la FINA le pagan los viajes a las competiciones. Ella, mientras, se las ingenia como puede para pagarse concentraciones con saltadores de otros países. Ahora acaba de regresar de una en Malta. “Voy moviendo lo de los patrocinadores. Tampoco tengo ‘fisio’. Dedicarme a esto sería mi sueño”, dice con el deseo de poder llegar a ser totalmente profesional. Por ahora se centra en mejorar y en subir la dificultad de sus saltos para llegar a luchar por los primeros puestos de las competiciones.
Primero está el sueño de consolidarse en el circuito. Tras superar todas las dificultades previas, Celia es feliz en su modalidad. Porque lo que queda claro es que, tras dejar la gimnasia para llegar a un circo de Macao y de ahí pasar a competir con las mejores del ‘high diving’, los que ejecuta en los acantilados más complejos del mundo no son los saltos más surrealistas de la vida de Celia Fernández
Deja de lado el vértigo con saltos desde 20 metros de altura e impactos de 70 km/h
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