Setién y la niña del exorcista
Tras el debut de Quique Setién, en el Barça de los mil pases ante el Granada, un socio del Barça vino y me preguntó: “¿Te acuerdas de lo que dijo aquel aficionado del Betis por la tele?” Ni idea. “El Betis tiene más posesión que la niña del exorcista”. Que no se pierda jamás el sentido del humor, cuando hablamos de fútbol. Ahora Setién está en el Barça y se ha traído la niña con él. El balón sigue siendo, en la derrota y en la victoria, patrimonio culé. Lo era ya antes con Valverde pero el porcentaje se ha incrementado significativamente. Aquel 83% de posesión ante el Granada no se ha repetido, pero incluso en la derrota, el equipo la tiene más que el contrincante. Hasta un 74% en Valencia, un 68% en Bilbao y un 56% en Madrid. (El City ganóen el Bernabéucon un51%de posesión). También se ha mejorado en sensaciones de equipo, en solidaridad y en esfuerzo.
Pero en el fútbol sólo cuentan los goles y los puntos y, en esta faceta, hay tramo de mejora. La plantilla es corta (los dos pecados fueron ceder a Aleñá y no fichar el relevo de Suárez en enero) pero es la que es y tiene que alcanzar para pelear la Liga e ir a por la Champions. Más allá de lo futbolístico, que nos ha revelado un Setién algo más miedica de lo que intuíamos y de lo que necesitamos, estos dos meses dan ya para ver qué aporta de distinto, en lo humano, al Barça. Es un hombre feliz.
Ilusionado, hedonista, que disfruta del momento y no lo esconde. El premio gordo le ha tocado con 61 años y lo está viviendo a tope. Igual cuenta que es un romántico, que se emociona con facilidad y que estar en el Barça es una satisfacción comparable a cuando conoció a su mujer, como que duerme igual de bien que antes de llegar aquí, que relativiza la presión del fútbol y que tiene la misma en el Camp Nou de cuando estaba en Lugo. Cada día, una lección de vida con este humanista. Por ahora, la realidad no le ha cambiado ni el talante ni el semblante, pero empieza a percatarse de lo que aquí se cuece… “Ahora me doy cuenta de aquí cada partido es una final”, confesó Setién en La Vanguardia. Bienvenido al Barça y al mundo real.
Y una final como la del Bernabéu, si se pierde, habrá visto ya que provoca más terror que la niña de marras de película. Otra lección de Setién fue contar, tras el 2-0, que él seguía siendo feliz. Ya en la víspera, en la rueda de prensa previa al partido, soltó que su felicidad no iba a depender del resultado. Esta bien tomarse la vida y el fútbol de esta manera. Pero no sé si es el mejor mensaje para lanzar públicamente. Y no lo digo de cara a la afición, sino hacia los jugadores. Había que salir a esa final contagiando la misma hambre y las mismas ganas, como mínimo, que el rival. La felicidad no estaba asegurada de antemano
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