Mundo Deportivo (Barcelona)

“Habría disfrutado en un equipo de Setién”

Martí Filosia, al que silbaban por demasiado técnico, impresiona­do por su Las Palmas: “No me perdía un partido”

- Lluís Canut

n“Me pitaban incluso cuando Manel Vich pronunciab­a mi nombre por megafonía, hasta el punto que no se escuchaba el de Marcial, que venía a continuaci­ón”. Narcís Martí Filosía estuvo nueve temporadas (1966-75) en el primer equipo y es uno de los futbolista­s más discutidos de la historia del Barça. Nos citamos para el aperitivo dominical en la terraza del Casino La Fraternal, en su Palafrugel­l natal. Cerca de los 75, ‘Siso’ conserva un aspecto inmejorabl­e. Su pelo rizado pinta las lógicas canas de la edad, pero en la mirada brilla el color de los ojos azules, que le otorga aires de intelectua­l del Empordà.

Nadie como él para explicar qué se siente con los silbidos: “Es terrible cuando son los tuyos los que te increpan. Te hace perder la confianza y este es el principal valor para un jugador”. Tenía fama de lento, de ser demasiado cerebral en un fútbol donde se imponía el patadón. Por eso se declara fan incondicio­nal de la propuesta de Quique Setién. “Cuando vi jugar por vez primera al

Las Palmas me impresionó ver a un equipo tan atrevido, que me recordaba al de los Guedes, Tonono y Germán. Decidí no perderme ninguno de sus partidos”. La devoción continuó con el Betis, donde se prendó de la clase de Fabián Ruiz, y ahora esta convencido que “Setién le puede hacer mucho bien al Barça”. Se verá con el cántabro cuando su agenda se lo permita.

Martí Filosia es el mayor de una quinta que ascendió con el Condal de Tercera a Segunda, entre los que destacaban Charly Rexach y Lluís Pujol. Pero quien estaba llamado a ser figura era un tal “Toni Gonzalo, capitán de la selección juvenil. La movía con los dos pies y tenía gran potencia de piernas. Era un ‘dandy’, le gustaba vestir como un Beatle y volvía locas a la chicas cuando salía a bailar en el San Carlos”, recuerda Narcís. Aquello no gustó a Colomer, el entrenador del filial, y su talento se extravió. Como una lesión en las vertebras pudo acabar con la carrera de Martí Filosia, que estuvo un año sin jugar. “Al final se arregló com una faja ortopédica de cuero que me sujetaba la espalda y me hacía correr erguido. Aún la guardo”.

Fue Vic Buckingham quien más confió en él. Lo colocó de delantero centro al más puro estilo británico. Pero ‘Siso’, que iba bien de cabeza, “no era un jugador de choque” y desesperab­a al público”. Suyo fue el gol en el Vicente Calderón en la última jornada de la Liga 70-71, que por unos minutos daba el título a los blaugrana, pero no se supo pactar un resultado con el Atleti, metido en la pelea, y al final fue campeón el Valencia de Di Stefano, a pesar de su derrota en Sarrià. De aquel tiempo recuerda “las traduccion­es de Minguella, que se las tenía que arreglar García Castany, que había estado cedido al Birmingham”.

Llegó Michels y “no me dio ni bola, me tuvo tres años en el banquillo, haciéndome perder la ilusión”. Aunque es considerad­o padre del fútbol total, Martí Filosia recuerda que “era muy conservado­r, no perdonaba el error y firmaba el 1-0”. Sin embargo, “los entrenamie­ntos eran muy divertidos porque trabajaba siempre con balón”. Destaca que ‘Mister Mármol’, como se autoprocla­mó, tuvo “la suerte de coincidir con grandes cracks del Ajax y la selección ‘oranje’, como Cruyff, Keizer, Neeskens, Krol, Rep...”

Durante las dos temporadas en que compartió vestuario con Cruyff, mantuvo una buena relación con el ‘Flaco’. “A pesar de que teníamos las taquillas vecinas y que conversába­mos mucho, casi nunca jugamos juntos”. Finalmente, medio aburrido del fútbol, fichó por el Sant Andreu, después de que Michels fuera sustituido por Weisweille­r. “Un día vino Rexach y me dijo que el alemán buscaba un líbero con salida de balón como Beckenbaue­r y que había pensado en mí. Johan apoyaba la idea, pero no se concretó porque la directiva estaba disgustada conmigo por no haber asistido a la despedida de Rinus” .

Con 31 años, Martí Filosia, desencanta­do, colgó las botas. No quiso saber nada de hacerse entrenador, porque “no me atrae el entorno interesado que rodea al fútbol”. Se refugió en Palafrugel­l, donde “vendiendo antigüedad­es gané más dinero que como futbolista”. Ahora disfruta de sus cuatro hijos y cinco nietos. Hoy toca ‘calçotada’ familiar, a ‘Siso’ se le ve feliz, porque “vivo el mejor momento de la vida”

“Es terrible cuando son los tuyos los que te increpan, te hace perder la confianza”

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Colgó las botas a los 31 años y desde entonces disfruta del Empordà y de su familia
FOTO: PEPE PUNTÍ Martí Filosia, feliz en Palafrugel­l Colgó las botas a los 31 años y desde entonces disfruta del Empordà y de su familia
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