Los 37 segundos de Eder Sarabia
Las imágenes del técnico en el banquillo se han convertido en algo escandaloso
El lunes las Noticias de #Vamos ofrecían a la audiencia las imágenes del clásico que más revuelo han causado: las del segundo de Quique Setién, Eder Sarabia, haciendo aspavientos en el banquillo del Barça, estimulando a los jugadores y lamentando movimientos de sus jugadores que, al parecer, no se correspondían con las instrucciones dadas. En las dos ediciones de las noticias, a las 14:30h y las 20:30h, las mostraron sin escándalo alguno. Eran, en total, 37 segundos de gesticulaciones y comentarios sobre el juego desde la vehemencia.
El mismo día, en ‘El día después’, profesionales del fútbol como Gerard López y Álvaro Benito consideraron la escena absolutamente normal en cualquier banquillo y lo definieron como “fútbol”. Pero el martes, esos 37 segundos de Eder Sarabia ya eran motivo de apertura en Deportes Cuatro. Citando a Movistar+, las ampliaciones, los círculos en el rostro y en los gestos de Sarabia y, sobre todo, las repeticiones reiteradas, convertían la escena de lo que supuestamente era “fútbol” en un altercado mayúsculo, un cúmulo de excesos y malas formas. Incluso recuperaron imágenes de archivo de Sarabia entrenando a otros equipos, en 2015, donde el técnico exhibía su temperamento, aunque tampoco eran nada del otro mundo. Servían, eso sí, para señalar más al nuevo damnificado del universo culé. Destacaban que las imágenes no habían caído bien en el vestuario azulgrana, que se le pediría al técnico que rebajara sus formas y que delataban su “excesivo protagonismo”.
En el vídeo de Deportes Cuatro hasta se le reprochaba que diera instrucciones desde la banda a la estrella del equipo: “Da órdenes incluso a Messi”. Y se definía su papel como “que se le va la olla en los partidos”. Sin duda, los 37 segundos más célebres (y caros) de Eder Sarabia. Aquellos que, mientras los profesionales del fútbol defienden como “normales y habituales” en un banquillo, son vistos por algunos periodistas como escandalosos, inapropiados, perjudiciales y ofensivos para los futbolistas, unos gladiadores cada vez más intocables, incluso en las instrucciones de sus propios técnicos
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