Buscando el antídoto

ientras el mundo está histérico intentando esquivar el coronavirus, Quique Setién vive en modo optimista, tal y como llegó, y sigue viendo el vaso medio lleno. Seguramente es el mensaje más práctico de puertas para fuera, pero quiero pensar de puertas adentro la reflexión es otra y Setién está ganando tiempo para encontrar soluciones a un equipo que no carbura y que necesita urgentemente un antídoto a los alarmantes bajones de las segundas partes. También necesita evitar que Messi se contagie de la versión menos brillante del equipo, como en los últimos partidos.

La fortuna y la falta de acierto de la Real evitaron el susto y eso que los txuri-urdin venían de jugar unas semifinales. De nuevo los culés hicieron amago de doblegar la rodilla tras el descanso. Más de la mitad de los goles que ha encajado éste año en Liga llegan a partir del minuto 60, sufriendo en esa media hora final 16 de los 31 que tiene en contra. Los rivales saben aprovechar ese bajón físico, quizás también anímico, o “pérdida de fe” como la llamó Quique Setién. Tener una plantilla tan escasa, con un banquillo con pocos argumentos revulsivos, no ayuda. Y los rivales lo saben. Lo vio un Zidane que supo esperar a la segunda parte para apretar al Barça en su momento más flojo y seguramente lo intentó Alguacil que se guardó para el final a uno de sus talismanes, Oyarzabal. Por suerte para el Barça, no surtió efecto ésta vez.

El triunfo contra la Real Sociedad no convence a nadie pero sirve para apagar dos incendios. Se volvió a la senda de la victoria ante uno de los mejores equipos de la Liga y se zanjó el Caso Sarabia. Las explicaciones del protagonista y, sobre todo, el respaldo de Gerard Piqué deben dejar en anécdota una polémica más televisiva que real. El Barça no está ahora como para perder el foco en cuestiones que lo hagan aún más débil

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