La Liga loca
Esta Liga está siendo una Liga loca, lo que unido al coronavirus, los estadios vacíos y la situación interna del Barça convierten la 2019-2020 en una de aquellas temporadas que serán difícil de
olvidar.
La 2014-2015 no podía ser peor hasta que todo se enderezó y se ganó la Copa del Rey, la Liga y la Champions. Muchos creyeron que el triplete salvó a Josep Maria Bartomeu y a su directiva, pero no es cierto. Bartomeu gozaba de una posición sólida desde que en el mes de enero, estamos hablando del 8 de enero de 2015, convocó elecciones anticipadas para terminar con la tensión que vivía el club. “No ha sido una decisión fácil, pero es una decisión tomada desde la generosidad por una junta directiva y un presidente que piensan primero en el club”, dijo Bartomeu, al que se discutía la legitimidad de presidir el club, tras la salida de Sandro Rosell.
Pero lo cierto es que después del show de Luis Enrique en Anoeta, el enfado de Messi y la salida precipitada de Andoni Zubizarreta, varios directivos sugirieron que se adelantaran las elecciones. Así, la tarde del 7 enero de 2015, en uno de los vestíbulos privados del hotel Primer Piso, en Sarrià, Bartomeu convocó a su junta para debatir los puntos que iban a marcar la rueda de prensa convocada para justificar el despido de Zubi.
La reunión, de la que se conserva la foto medio borrosa en el mismo momento en que Bartomeu accedió a convocar las elecciones, fue larga y durante el encuentro este periodista escribió hasta ocho comunicados de prensa diferentes. Los primeros estaban centrados en la salida de Zubi, pero a medida que la reunión se fue prolongando la idea de los vicepresidentes Javier Faus y Jordi Cardoner de adelanto electoral fue tomando cuerpo.
Una vez adoptada la decisión de que habrá elecciones anticipadas se determinó el motivo: la idea de “terminar con la tensión que vive al club” sugerida al presidente tomó peso y sirvió de hilo conductor de lo que sucedería en las horas siguientes. Un titular de una entrevista de La Vanguardia con Bartomeu tres días después del anuncio, “El socio del Barça pondrá fin a la tensión”, fue también muy útil para detener la crisis y la escalada de despropósitos de la oposición, que se vio obligada a esperar a que el socio hablara.
La historia explica lo que pasó. Los jugadores se pusieron las pilas, Luis Enrique se dejó de inventos, Messi tomó las riendas y se ganaron tres títulos. Se ganó también la supercopa de Europa y el Mundial de Clubs.
Bartomeu ganó las elecciones de 2015 por credibilidad. Su imagen estaba asociada a muchos meses de incansable lucha en todos los frentes desde la salida de Sandro Rosell, el referéndum del Espai Barça, la mala temporada del Tata, el acoso de Hacienda a Messi, los casos Neymar 1 y Neymar 2, la sanción de la FIFA, la muerte de Tito... Bartomeu dio una lección de humildad y de gestión y el socio se lo agradeció. El triplete tuvo efecto, por supuesto que sí, pero fueron la gestión y las prisas de la oposición, la que precedió al voto, y el socio le renovó su confianza.
La situación hoy es diferente. Se le ha pedido la dimisión al presidente y la oposición está haciendo lo posible por enturbiar el ambiente. La situación política catalana también es nociva, que nadie se lleve a engaño.
Bartomeu puede estar cansado, pero le ha dicho a Santi Nolla, el director de este diario, que no adelantará las elecciones, en una muestra de serenidad y de reflexión. Unas elecciones jamás sirven para ganar una Liga. Los socios pueden opinar como quieran, evidenciando claramente divisiones, pero hay que respetar los mandatos.
Los mandatos hay que cumplirlos y si el próximo presidente, sea quien sea, quiere hacerse un favor, que le haga caso a Toni Rossich, aquel eficiente director general del club favorable a mandatos de cuatro años. Se haría un favor y le haría un favor a la entidad, aunque en la ofuscación de ganar la presidencia se quiera – ”ahora que estoy dentro”– permanecer en el puesto el máximo tiempo posible
Pedir elecciones es el recurso de los que arden en el deseo de hacerse con el club
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