El ídolo caído
ientras millones de ciudadanos vivimos confinados en el mundo entero para combatir los efectos del Covid-19, Ronaldinho, el mago del balón, se encuentra desde hace una semana recluido, junto a su hermano y representante Roberto, en una prisión de Asunción (Paraguay), país al que accedieron con sendos pasaportes falsos. La presencia del astro ha convulsionado la vida en el centro penitenciario, donde se han multiplicado las visitas de familiares ávidos por ver de cerca a Ronnie, o las disputas en los partidos entre presos y funcionarios por incluirlo en sus respetivos equipos, a pesar de la restricción para marcar goles.
El futbolista de la eterna sonrisa cambió en el ya lejano 2003 el rumbo de la historia de un Barça sumido en la depresión. En agradecimiento a tan decisiva huella, el club blaugrana cuenta en su nómina como embajador mundial a Ronaldinho. Incluso para el próximo mes de junio estaba previsto acoger en el Camp Nou un amistoso entre el Barça Legends y un combinados de amigos de crack brasileño, entre los que se esperaba contar estrellas tan contrastadas como Ronaldo, Cafú o Zidane.
Aunque el Barça guarda colgada de las paredes del Palau la camiseta de Urdangarín, cabría preguntarse si es conveniente mantener los privilegios con un personaje que proyecta una imagen tan poco ejemplar, especialmente para los niños, como la de Ronaldinho. Pero ya lo dice el refrán que “de bien nacido es ser agradecido” y el barcelonismo no olvidará jamás el efecto que tuvo Ronnie, desde el momento de su llegada, como para que caigan en saco roto por ciertos pecados de juventud H