Mundo Deportivo (Barcelona)

50 años de la gran noche de Urtain

N Más de 12.000 personas lo vivieron en directo en Madrid

- Lluis Canut

n El palacio de deportes madrileño abarrotado con doce mil espectador­es dispuestos a presenciar como José Manuel Ibar ‘Urtain’ se proclamaba campeón de Europa de los grandes pesos, cuarenta y cuatro años después que Uzcudun ganase el título en Barcelona al italiano Spalla. Tocado con su habitual “txapela”, igual que la mayoría del millar de aficionado­s que habían viajado desde el País Vasco para ver el combate, Paulino era uno de los privilegia­dos espectador­es que ocupaban las primeras filas de “ring side”, al precio de treinta mil pesetas la localidad. Caras famosas, como las de Pedro Carrasco, Angel Nieto o Tony Leblanc y un interrogan­te ¿en qué asalto se producirá el KO?

Jalonado por un espectacul­ar palmarés de 27 victorias, todas por la vía rápida, ante rivales de dudosa reputación, como se encargaría de denunciar meses más tarde José María García en el libro “Comedia Urtain”, el ‘morrosko’ de Cestona, era todo un ídolo ensalzado por el régimen. Había visitado El Pardo gracias a que Vicente Gil, ex presidente de la Federación de Boxeo, era el médico de cabecera de Franco.

El campeón Peter Weiland exponía la corona, desposeído del peluquín con el que se había dejado ver desde su llegada a Madrid. Desde el primer tañido de la campana, Urtain se lanzó a por su rival y en los dos primeros asaltos conectó sendos derechazos que mandaron al púgil alemán a la lona. En el tercero y el cuarto round continuó el asedio del aspirante en búsqueda del golpe definitivo que se le negaba. Pero en los siguientes episodios la pelea dio un gran vuelco, tal como narraba en su crónica Carlos Pardo, enviado especial de MDque le dedicó seis páginas al combate. El vasco falto de rodaje (no había pasado de los tres asaltos en todas las peleas anteriores), se quedó sin aire y merced de los directos de Weiland que le desfigurab­an el rostro. Las carencias técnicas del ex levantador de piedras quedaron al descubiert­o.

Sin embargo, en el séptimo round llegó un arranque de furia de Urtain, que alcanzó a encadenar una buena serie de golpes que doblaron la rodilla del campeón, que reclinado en las cuerdas escuchó como el árbitro le hacía el conteo de diez que le dejaron fuera de combate, mientras José Manuel daba saltos, con los puños en alto en el centro del ring y el palacio era un estruendo. “Urtain, Urtain, Urtain!!!”, clamaba el público.

Pero aquella gran noche, fue el principio del final de un mito forjado en la falsedad, que aquel día se empezó a vislumbrar. Cuando los rivales no se dejaron comprar el declive fue en caída libre. Después de una primera sangrienta defensa con victoria a los puntos contra Jürgen Blind en la Monumental de Barcelona, para dejarse el título en Londres, tras ser apalizado por el veterano Henry Cooper. La reconquist­a de la corona contra Jack Bodell, un año más tarde solo fue un espejismo. En 1977 y con tan solo treinta y tres años, Urtain se retiró de los rings, con un ranking de 53 victorias, 41 por KO, 11 derrotas y 4 nulos.

Aunque lo peor estaba por llegar. Arruinado, tras el fracaso de varios negocios, abandonado por los amigos de palmada falsa y entregado a la bebida, el antiguo ídolo de pies de barro, capaz de paralizar a un país entero, en víspera del inicio de los JJ.OO. de Barcelona, decidió suicidarse al lanzarse desde un décimo piso, que tenía en Madrid y del que iba ser desahuciad­o

Aquella gran noche fue el principio del final de un mito forjado en la falsedad

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FOTO: MD En el séptimo round Urtain encadenó una buena serie de golpes que doblaron la rodilla del campeón, Peter Weiland
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FOTO: EFE Egan Bernal ganador de la pasada edición de la prueba

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