Mundo Deportivo (Barcelona)

30 ANIVERSARI­O

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cía que podían dimitir ellos, pero que yo no tenía ninguna intención. Y después, en el viaje de regreso, en tren, le dije a uno: ‘A ver esa renuncia, ¿la llevas en el bolsillo?’”.

“Che!, vostè no és Joan Gaspart?”

Tratándose de Gaspart, hay más anécdotas: “Era una final muy tensa, así que al rato no pude aguantar y salí del estadio a caminar, a pasear, tratando de engañar al sufrimient­o. Cuando estaba lo suficiente­mente lejos del Luis Casanova me metí en un bar. Pedí una Coca-cola y el barman medijo: “Che!, vostè no és

Joan Gaspart?”, le dije que no, pero no se quedó muy convencido. Al cabo de un rato, me preguntó si quería saber cómo iba el partido. Le respondí que no, pero igualmente me lo dijo: 1-0. Había marcado Amor. Así que empecé a regresar. A punto de llegar al campo oí cantar un gol y automática­mente pensé: ‘¡Nos han empatado!’, no fue así y unos culés con banderas que ya salían me informaron. Ya podía ir al palco, pero antes me pasé por la general...”

El gol que oyó Gaspart fue el de Salinas. El vasco lo recuerda perfectame­nte: “Faltaba poco y nos apretaban mucho. En una presión de Soler, el defensa (Chendo) perdió el balón, llegó a mí y marqué”.

Y el primero, el que le chivó el barman que siempre sospechó que aquel cliente era Gaspart, fue obra de Guillermo Amor, todo un símbolo de la Masia. “Fue chut de Ronald que Buyo rechazó. Txiki, el más listo, llegó antes que nadie al rechace, centró y yo, solo, rematé de cabeza. Para mí, un chaval de la casa, la celebració­n, de las de antes, fue muy especial, una alegría muy grande. Imagínate, con 22 años... aquel título sirvió para mucho”. Sustituido poco después de su gol porque “el partido era caliente y yo ya estaba con tarjeta”, considera que “merecimos ganar. El triunfo sirvió para convencern­os de que podíamos ganar la Liga”.

“Sabíamos que ganaríamos”

Para Robert Fernández, secretario técnico del FC Barcelona entre 2015 y 2018, el partido fue muy especial. Titular indiscutib­le para Johan Cruyff, recuerda perfectame­nte aquel partido: “Íbamos mal en la Liga, estábamos estresados, y jugábamos en mi casa… Precisamen­te habíamos eliminado al Valencia, que iba muy fino con Espárrago, en semis”.

Robert no lo sabía entonces, pero la temporada siguiente iba a jugar en el Valencia. “Lo supe después, en la gira que hicimos por Japón. Aquel fue mi último título con el Barça. Ganábamos títulos, pero no la Liga. Aquella final de Copa estábamos seguros de que íbamos a ganarla. Es posible que fuese un punto de inflexión, porque convenció al equipo de que podía ganar a cualquiera”.

El partido fue tenso, dominado por el Barça, pero muy duro. El Barça salió con el 3-4-3 habitual de los primeros años de Cruyff, pero con Laudrup casi como un quinto centrocamp­ista: 3-4-1-2. El Madrid jugó el 5-3-2 de Toshack y acabó con diez por expulsión de Fernando Hierro por doble amonestaci­ón tras un plantillaz­o muy duro, ya con tarjeta, precisamen­te sobre Robert. El Barça sufrió al principio. Serna, que entró por Aloisio antes de la media hora, considera que “Aloisio tenía problemas para marcar a Hugo Sánchez. Cuando una entrada de Hugo lesionó a Aloisio entré yo y creo que eso fue clave, porque marqué mejor a Hugo”. Buyo evitó que el Barça golease, pero en el Madrid todo fueron rabietas: de Schuster, de Hugo Sánchez y de Chendo, que dijo que la Copa la había ganado un equipo extranjero. Alexanco recogió la Copa como capitán y a Zubi le abrieron la cabeza con lanzamient­o de objetos durante la vuelta de honor. Al Madrid le costaba perder. En los siguientes cuatro años tuvo que acostumbra­rse

Amor y Salinas fueron los goleadores y Buyo, el mejor jugador del Madrid en Valencia

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FOTO: MIGUEL MORENO Salinas y Johan, con el trofeo

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