La Euroliga según la Euroliga
Una producción de la Euroliga conmemora los diez años de la final de París
El sábado por la noche en el canal Esport3 emitieron ‘Siempre nos quedará París’, el reportaje que conmemora los diez años de la segunda Euroliga de baloncesto que ganó el Barça. El documental empieza con las imágenes de archivo del equipo ganador entrando en un restaurante de para celebrar el título y lo conecta con el encuentro actual en el mismo lugar de seis de los protagonistas de esa gesta. El entrenador Xavi Pascual cena con sus antiguos jugadores: Roger Grimau, Juan Carlos Navarro, Víctor Sa
Barcelona
da, Jordi Trias y Erazem Lorbek, para recordar esa heroica temporada del Barça y, sobre todo, la espléndida final ante el Olympiacos.
El reportaje incorpora imágenes de archivo de las jugadas que mencionan y breves entrevistas que los compañeros ausentes del equipo grabaron recordando momentos especiales para ellos y deseando a los comensales una feliz cena. Fran Vázquez, Pete Mickeal, Ricky Rubio, Gianluca Basile o Boniface N’Don tienen una participación más puntual. Mientras los invitados van hablando distendidamente, los camareros van sirviendo los platos y el vino. El planteamiento aporta naturalidad a la conversación, logrando que parezcan olvidarse de las cámaras, pero resulta algo incómodo que los protagonistas vayan comiendo croquetas mientras charlan.
El resultado es agradable para los participantes, que disfrutan del encuentro, y también para los espectadores más expertos en baloncesto que recuerdan a la perfección cada partido, jugada y detalle que mencionan y desean conocer la intrahistoria. En cambio, resulta más monótono para el espectador más neófito, que se siente atrapado con la pormenorización de las jugadas y las decisiones tácticas.
Al programa le falta sentimiento. Hay una asepsia emocional casi quirúrgica. La mínima épica viene dada por las imágenes de archivo de la celebración de la final, pero no por el relato que construyen a su alrededor diez años más tarde. Igual es el hándicap que tiene que el reportaje esté producido por la propia Euroliga, donde el sello oficial e institucional le quita la pasión y el derroche de emociones asociados a los colores del club. Es correcto y riguroso, pero le falta el factor mediático más importante en cuestiones de nostalgia deportiva: el corazón
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