El fútbol y su normalidad

o he leído. No lo he soñado, pero decían que después de la pandemia entraríamos en eso que los expertos en vender lemas o humo han llamado “la nueva normalidad”. No hay que perder la esperanza y hay que seguir pensando en ese mundo cambiado. Ojalá llegue. Pero en el fútbol parece que esa nueva normalidad no existirá. Es verdad que el próximo viernes vuelve este amado deporte y que lo hace sin afición en los campos. A puerta cerrada. Pero cuando el mundo entero hace números sobre las pérdidas económicas que ha provocado el COVID-19 los logaritmos utilizados por el Observatorio futbolístico CIES para determinar los precios de los futbolistas resulta que ahí nada ha cambiado. Resulta que Kylian Mbappé, gran futbolista, es una perla cuyo traspaso costaría en este momento la friolera de 259 millones de euros, aunque ya se aclara que en enero costaba 6 millones más. Andan mal los jerarcas de este deporte si creen que el espectáculo merece mantener el alto nivel de negocio que tenía antes de la pandemia. Sin público el show vale menos y, en consecuencia, sus protagonistas también. Han fallecido muchas personas y otros miles han perdido sus puestos de trabajo. La idea de Javier Tebas de abrir los campos en según qué ciudades no prosperará porque es demasiada arriesgada teniendo en cuenta que un rebrote del virus en otoño no está descartado. Hoy hemos comprobado que hay profesiones que merecen percibir un salario más digno, y eso me temo que tampoco cambiará, ni pertenecerá a esa nueva normalidad

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