N Djokovic, Nadal y Federer, entre los que recelan de una edición 2020 con muchas restricciones n El diseño de un calendario subraya diferencias entre torneos, los top y el resto de jugadores
n El US Open, propiedad de la federación estadounidense (USTA), quiere salvar su edición del 31 de agosto al 13 de septiembre en Nueva York, aunque también manejase las alternativas de un desplazamiento a Orlando o Indian Wells.
Stacey Allaster, ejecutiva de la USTA, avanzó un torneo sin aficionados, limitando al máximo la entrada de miembros del equipo de los tenistas, que en días sin partido no podrían acceder a unos vestuarios ampliados. Se sustituirían a los jueces de línea por el sistema electrónico. Los tests de Covid-19 se sucederían antes y durante el evento.
Novak Djokovic, nº 1 y presidente del Consejo de Jugadores ATP, desveló que “no podríamos ir a Manhattan, estaríamos en un hotel al lado del aeropuerto. Pasaríamos tests dos o tres veces a la semana”. Calificó esas y otras normas como “extremas”, e incluso “difíciles de cumplir”, incidiendo en que “sólo podrá ir una persona con el jugador, lo que es imposible. Necesito a mi entrenador, a mi preparador físico, a mi fisioterapeuta”. El torneo colectivizaría esos servicios, pero los aspirantes al título cuidan cada detalle y por eso se rodean de un ‘team’ profesional y fiel.
Es un asunto que será difícil de consensuar por la diferencia de objetivos y posición de los top respecto al resto. Con el Fondo de Ayuda se evidenció que la unanimidad resulta una utopía.
El británico Dan Evans, 28º del mundo, declaró en su país que “poder tener sólo a un técnico no es razón para que no se juegue”.
El español Pablo Andújar, 53º, señalaba en Tablero Deportivo que “no somos jugadores de un equipo que tienen asegurado cierto dinero, nosotros ahora estamos sin ganar dinero, sin cobrar por nuestro trabajo. Los jugadores