¿Espejismo en La Cerámica?

ientras la repugnante casta arbitral española se dispone sin vergüenza alguna a regalarle la Liga al Real, para hacer feliz a Florentino (que se la prometió a Zidane), el Barcelona de Setién exhibió su mejor versión en La Cerámica y nos regaló un partido completo, como no lo había hecho desde aquel 3-0 al Liverpool, que no sirvió de nada tras el bochorno de Anfield. Un cambio táctico obró el revulsivo. Imagino que debió ensayarse, porque además hubo otro indicador positivo: el equipo no se hundió físicamente y resistió el último cuarto de hora, como venía siendo habitual, aunque quizás en ello influyeran los cinco cambios. Fue un partido en el que nadie jugó mal. El 44-2, con el centro del campo en rombo y dos delanteros centro, fue un acierto. La punta de ese rombo fue Messi, cuyo desempeño fue más eficaz ahí que ubicado en la banda, porque conectó mejor con los dos puntas ( Suárez y Griezmann, éste también atento a ayudar a los de atrás). También es Messi más eficaz en tal ubicación porque las faltas que le hacen están más cerca del balcón del área y no en una banda. Con más gente por el centro, las bandas quedaron para Semedo y Alba, aquél menos atrevido que éste. Con el equipo de los árbitros campeón, una duda nos asalta: ¿lo que se vio en Vila-real será suficiente para superar al Nápoles y, aún más, ganar la Champions? Sin duda, este 4-4-2 reduce riesgos defensivos, aumenta el potencial ofensivo y, con flexibilidad posicional, todos se sienten más implicados e importantes. Pero, ¿fue lo de La Cerámica el principio de otro Barça o un puñetero espejismo?

H