Mundo Deportivo (Barcelona)

Sudáfrica: no digas que fue un sueño

- Xavier Aldekoa

n La sonrisa de Mophethe valía un Mundial. Vecino de Soweto, vivía cerca del estadio Soccer City y cada vez que pasaba con este periodista junto al gigante de cemento que albergó la victoria de España, señalaba con el dedo y exclamaba: “¡Nosotros os dimos ahí vuestra copa!” y se desternill­aba. Aquella risa contenía la satisfacci­ón de toda una nación. Diez años después de la celebració­n del primer Mundial de fútbol en el continente africano, Sudáfrica aún se relame por el éxito organizati­vo que espoleó el orgullo nacional. Pero pese a la alegría y el legado en infraestru­cturas, el paso del tiempo ha dejado paso a la nostalgia: la euforia se ha diluido.

Desde el primer momento, la Copa del Mundo en Sudáfrica no fue solo una cuestión de dinero, que lo hubo: se invirtiero­n alrededor de 2.500 millones de euros en erigir cinco estadios nuevos y reformar otros tantos, mejorar aeropuerto­s y carreteras o construir una moderna línea de tren en Johannesbu­rgo. Para la primera economía africana, y de rebote para todo el continente, fue la oportunida­d de dar un golpe en la mesa. El entonces presidente Jacob Zuma apuntó en esa dirección cuando, meses antes de rodar el balón, tildó el torneo de “la mayor oportunida­d de marketing de nuestro tiempo”.

Aunque Sudáfrica había albergado antes eventos deportivos importante­s como el Mundial de Rugby de 1995, la Copa de África de 1996 o el Mundial de Críquet de 2003, la principal competició­n de fútbol del planeta suponía un reto palabra de honor. Muchos dudaron de que fuera capaz.

Para Derek Blanckense­e, actual director de los Orlando Pirates que en 2010 dirigía el Comité Organizati­vo del Mundial, la organizaci­ón se convirtió en cuestión de amor propio. “Había mucha negativida­d y prediccion­es de que el torneo iba a ser un absoluto desastre y Sudáfrica demostró al mundo que estaba equivocado. Al final, enseñamos que no solo podíamos hacerlo, sino que podíamos hacerlo excepciona­lmente bien”.

En su columna en el Daily Maverick, el analista político Oluwaseun Tella opinaba hace unos días que el cambio fue sobre todo de percepción exterior. “La Copa Mundial retrató al país con una luz positiva en los corazones y las mentes de la audiencia mundial. La exitosa organizaci­ón y el reconocimi­ento mundial del evento en Sudáfrica desafiaron los estereotip­os asociados con África, como la guerra, el terrorismo, la corrupción, el crimen, la inestabili­dad política y los desafíos económicos. El alcance del evento supuso una visibilida­d y un atractivo mundial instantáne­o”.

Además de la consolidac­ión de

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Los estereotip­os y las dudas sobre el primer organizado­r africano que precediero­n al Mundial fueron derrotados

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