Maneras de perder

arece difícil que el Madrid pinche hasta dos veces en los tres partidos que le restan. Aun y así, al Barça no le queda otra opción que seguir a rebufo y pedalear mientras le queden opciones matemáticas. No solo para apurar las opciones de ganar la Liga sino también para llegar con algo de esperanza a la Champions. Bien sabe el Barça como puede ser víctima de sus propias dinámicas negativas, como cuando ese tortazo de Anfield siguió retumbando en la final de Copa, el pasado curso en Sevilla. Un final de Liga pusilánime puede afectar anímicamente y poner en riesgo incluso la clasificación para Lisboa. Sorprendió que, cuando parecía que el Barça ya había tirado la toalla y se le escapaba definitivamente la Liga, el equipo mostró su mejor cara, con una energía inédita en Villarreal. Como si quitarse el corsé de ya no tener que pelear por la Liga les hubiera liberado. Pero lo de La Cerámica se ha quedado en destello, la alegría y energía se han esfumado. Se han acabado las pilas y el cansancio se ha apoderado de un equipo con poca capacidad de reacción, demasiado dependiente de la propuesta del rival, y todavía más dependiente de las figuras celestiales de Messi y Ter Stegen. No ayuda a la dependencia los escasos efectivos con los que cuenta Setién, algo que se agravará con el KO de Griezmann. El Principito no podrá jugar más en la Liga y termina en alegoría del año del Barça.

Las paupérrimas victorias en el derbi y Valladolid sirven para evitar que hoy haya alirón del Real y de poco más. Setién tiene por delante dos partidos de Liga para seguir pedaleando, pero sobre todo, para mejorar las sensaciones de un equipo cuya forma de perder la Liga puede marcar la forma de competir la Champions

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