Al filial le faltó la guinda del pastel
N A pesar de quedarse con el ascenso a tocar, el balance del equipo de García Pimienta es muy bueno
n Se quedaron muy tocados por la oportunidad perdida. Porque en el cuerpo técnico del Barça B, que priorizó siempre la formación dejugadores para el primer equipo, sabían que con esta generación se podía lograr el ascenso. El filial se quedó a las puertas de conseguirlo tras caer en la final del playoff ante un Sabadell que también mereció subir. Se cerró así una temporada atípica, marcada sobre todo por la pandemia de coronavirus.
Más allá del Covid-19, el camino del Barça B no ha sido fácil. Durante la campaña han sufrido cambios de jugadores, lesiones importantes y al final les ha quedado un equipo muy justo, sin profundidad de banquillo. Les habían asegurado que podrían contar con todo el plantel para jugar los playoff, pero de repente se encontraron con 12 fichas (dos de ellas de portero) para viajar a Málaga. Y contando a Matheus y Ramos Mingo, que no habían ni debutado tras llegar en el mercado de invierno con la documentación por tramitar.
Así, García Pimienta tuvo que tirar de juveniles, algo que ya había hecho durante la campaña. Para hacernos una idea, el técnico catalán no pudo contar con hasta 12 jugadores de los que empezaron la liga, de los cuales la gran mayoría eran piezas muy importantes y algunos hasta intocables: Ansu y Riqui Puig, en dinámica de primer equipo aunque ahora no competían; Sarsanedas, Abe y Collado, lesionados; tampoco estuvieron Chumi, Saverio, Guillem Jaime ni Sergi Puig, que acabaron contrato el 30 de junio sin que el club lograra retenerlos. Sin contar a Abel Ruiz, Marqués o incluso Carles Pérez, que se fueron en invierno, dejando buen dinero a las necesitadas arcas de la entidad.
Por otro lado, de los fichajes que llegaron, pocos y para apuntalar una buena generación hecha en casa, solo funcionó Akieme –a gran nivel– y Abe, que estuvo correcto hasta que se lesionó. Les costó más a Reis y Rey Manaj, fichaje de invierno que no tuvo tiempo de adaptarse.
A pesar de ello, García Pimienta tiró de la base de la generación con la que ya ganó la Youth League en 2018. El año pasado les consolidó en Segunda B y este curso era el momento de asaltar el ascenso con la plantilla más joven de la categoría.
Y lo hicieron más que bien. El Barça B, que iba segundo cuando se paró la liga, fue el mejor local gracias a convertir su nuevo estadio en un fortín donde solo cedió una derrota en 15 partidos, ofreció buen fútbol y ofensivo (fue el segundo equipo más goleador) y compitió siempre. De hecho, con el Cornellà, fue el que menos partidos perdió
H