Ganó la fe
tos de la prórroga con un golazo de Williams. El delantero del Athletic recibió un balón al borde del área y, con una parábola espectacular, metió el balón en la escuadra de Ter Stegen. Koeman recurrió a Riqui Puig y apostó por Araujo para que hiciera de Alexanko y se instalara en el área del Athletic para rematar.
En el 110, tras un centro de Messi lateral, a punto estuvo de marcarse en propia puerta Unai Núñez. Y justo después, Griezmann, tuvo una ocasión clarísima para firmar el 3-3, pero esta vez no estuvo acertado. Fruto de la impotencia, Messi acabó expulsado por primera vez con el Barça tras un golpe a Villalibre cuando trataba de sacárselo de encima. Gil Manzano poco ayudó con su arbitraje permisivo en Sevilla, ciudad maldita para el Barça
HEl Athletic se llevó la Supercopa por una cuestión de fe. De forma incomprensible, el FC Barcelona se puso en dos ocasiones por delante en el marcador (¡en una final!) y lo desaprovechó. Los bilbaínos lo hicieron solo en una oportunidad y no lo dejaron escapar. Fueron leones. Sí, todo se resume en corazón y fe. El Barça jugó una sensacional semifinal contra la Real, con intensidad, agresividad y pasión. Ayer, no. Ayer, el equipo que puso corazón fue el Athletic y se llevó la final, un título que se escapa para un Barça que lo necesitaba más que nunca. Alba dio dos grandes asistencias y Griezmann marcó dos grandes goles, pero la imagen del FC Barcelona, al final, fue la impotencia de Messi golpeando con la mano a Villalibre. El Barça, como Leo, fue expulsado.
Santi Nolla