Messi, impotencia y primera expulsión
El capitán azulgrana vio la roja directa por una clara agresión a Villalibre en el último minuto de la prórroga
n El Barcelona estuvo a veces pasivo y jamás se acabó de encontrar cómodo en La Cartuja, donde se celebró la final de una Supercopa que acabó llevándose el Athletic Club en la prórroga tras la expulsión de Messi en el último suspiro. El equipo catalán se avanzó en dos ocasiones durante los 90 minutos, pero en la prórroga acabó superado por un rival que, como dijo Iñaki Williams al final del encuentro, tiró de fe y corazón hasta el final. Al Barça le faltó sobre todo eso, unión, y el tanto de Villalibre en el último minuto del tiempo reglamentario dejó a los culés muy tocados, desinflados. Con aquellas caras de Roma, Liverpool o Lisboa. Y sin nadie capaz de animar o coger el timón para retomar el camino.
Los de Ronald Koeman quedaron tan descolocados, que antes de empezar la prórroga estuvieron desperdigados sobre el verde, esperando a los futbolistas del Athletic que apuraban juntos, unidos en una piña, alentándose para la proeza. Y con un grito final todos juntos. Como hizo el Barça en Córdoba, pero que ayer olvidaron. Nadie los reunió, fruto una vez más de la falta de liderazgo que parece tener el equipo.
Tan tocado quedó el Barça como llegó Messi a esta Supercopa. El 10 forzó para jugar la final contra los Leones y lo acarreó en los últimos minutos porque, sin estar al 100 por cien, se le hizo largo el partido. Tomando la expresión que utilizó el propio Messi al final de la temporada pasada, a este Barça no le alcanzó y la imagen que lo confirmó fue la expulsión del capitán blaugrana poco antes del pitido final. Leo abrió el esférico a la banda y en una acción ya sin balón soltó una agresión justamente a Villalibre, que salió para revolucionar el partido en el 83’. Una imagen de impotencia de Messi, que suponía la primera expulsión del argentino en 754 partidos vistiendo la camiseta blaugrana. La roja en la final de Supercopa de España es la tercera que ve Leo en la elite, pero las otras dos fueron con la selección argentina.
Gil Manzano, especialmente permisivo en con la dureza vasca, tuvo que ir a comprobar la agresión del capitán blaugrana en la pantalla del VAR (Hernández Hernández) y no dudó en expulsarlo. Tampoco protestó Messi, que se fue cabizbajo a los vestuarios y fue Busquets quien tuvo que subir a recoger el plato de subcampeón para el Barcelona.
El Athletic Club, en cambio, acabó el partido con once jugadores. Los vizcaínos completaron un gran choque, muy intensos aunque a veces jugando al límite e interrumpiendo el juego sin dejar que el Barça pudiera tener continuidad en su juego. Los culés reclamaron tarjetas a Muniain, que acabó con cinco faltas y sin amonestar, o Dani García, que vio una cartulina, pero Gil Manzano le perdonó otra amarilla tras un claro derribo a Messi
Leo forzó para jugar la final, pero al Barça no le alcanzó y acabó sin capacidad de reacción
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