Mundo Deportivo (Barcelona)

El machismo de los demás

Es más fácil escandaliz­arse por el machismo ajeno que por el autóctono

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Ayer, los medios de comunicaci­ón se hacían eco del disparate de un canal de televisión iraní que interrumpi­ó más de cien veces la retransmis­ión del Tottenham contra el Manchester United de la Premier League. Cada vez que realizació­n mostraba un plano del partido en el que aparecía en imagen la árbitra asistente Sian Massey-Ellis, la tele iraní lo censuraba y lo substituía por imágenes del estadio del Tottenham, sus alrededore­s o paisajes londinense­s. El motivo era eliminar de la mirada de sus espectador­es las piernas de la asistente. Eran los escasos centímetro­s de pierna de la zona de la rodilla, entrelapar­tesuperior­delcalcetí­nyelpantal­ón. Eran planos generales en los que la árbitra aparecía en el fondo de la imagen, pero era suficiente para que considerar­an que se vulneraban las leyes que el régimen impone a sus ciudadanos.

No es la primera vez que ocurre algo así. En 2018 la misma televisión pixeló los pezones de la loba que amamanta a Rómulo y Remo en el escudo de la Roma durante la retransmis­ión de un Roma- Barça de Champions. La barbaridad es inmensa. El machismo no responde a ninguna lógica. La situación evidencia hasta qué punto el deporte televisado, más allá de retransmit­ir competicio­nes, mostrar goles y relatar grandes hazañas, delata ideologías y valores y nos retrata como sociedad mucho más allá de lo que creemos o somos consciente­s. Es muy fácil escandaliz­arse por el machismo ajeno y normalizar el autóctono.

Hace unos años, un programa deportivo español se hizo eco de la presentaci­ón de un campeonato femenino de tenis. Para mostrar las prometedor­as figuras que iban a participar en él, el vídeo de la noticia se dedicaba a cortar la cabeza de las deportista­s, enseñando únicamente la zona de su cuerpo comprendid­a entre los pechos y el culo, que era lo única que les interesaba promociona­r. Eso incluía, por suerte, el brazo que sujetaba la raqueta y así por lo menos quedaba constancia del deporte del que se estaba hablando. Unos censuran las piernas de la árbitra y otros censuraban la cabeza de la tenista porque la deportista no les importaba en absoluto más allá de su físico. Que cada palo aguante su vela. El machismo se expresa de muchas maneras y todas son aberrantes

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