El Barça nunca muere
uién nos iba a decir a finales del pasado agosto que el capitán Messi, apenas siete meses después de pedir su marcha del club, iba a celebrar con una sonrisa de oreja a oreja un título. Ha pasado poco más de medio año, pero han sucedido tantas cosas desde entonces, siempre con la pandemia impregnándolo todo, que parece un lustro vagando por un desierto plagado de peligros. El Barça parecía hundido en el lodo, casi siempre rodeado de noticias de tono negativo y en una campaña electoral en bucle e interminable. Pero poco a poco, de forma callada, con tropezones y ataques de fiebre propios de un grupo en crecimiento, el equipo, liderado por un Koeman que ha recortado la edad media una barbaridad desde el KO de Lisboa, ha vuelto a campeonar. Levantar una Copa no es fácil y menos si te quedas sin ‘9', sin Ansu y sin Piqué durante mucho tiempo y si el mejor de la historia se queda a disgusto. Pero Ronald cogió la bandera y el timón en mitad de la tempestad con un estilo que, consideraciones tácticas aparte, firman la mayoría de culés. Y lo mejor de todo es que ha logrado que le sigan en el vestuario. Los veteranos, porque ven a un mito que se aferra a su sueño y que, lejos de ir sobrado, rectifica cada vez que ve que debe hacerlo. Ahora, con el 35-2 ha dado con la tecla. Y los jóvenes, porque con Koeman visualizan que aparte de futuro, hay presente. Seguirá o no, pero ya ha hecho historia en el banquillo del Barça
H