La desfachatez del fútbol
Conocí un periodista que decía que en el único sitio donde podía desfogar sus problemas era en un campo de fútbol. Y allí gritaba lo que le venía en gana. Son muchos los hinchas que aplican esa terapia. Y Xavi Hernández tiene razón cuando habla de la desfachatez que existe en esta sociedad, y que se trata de un problema educacional. Pero también los técnicos están obligados a educar a sus jugadores, y a dar ejemplo, a calmar esos momentos de cólera contra los árbitros, y los futbolistas como Vinicius a ser más respetuosos.
Xavi, genio y figura dentro y fuera del campo, dijo ayer que utilizando su posición de entrenador aprovechaba para defender a Vinicius, la víctima en la última jornada al que unos hinchas insultaron de forma obstinada llamándole “negro”. “Hay que decir basta”, declaró Xavi, partidario de detener los partidos en el mismo momento en el que se comete semejante atropello contra un jugador. “No tengo por qué aguantar insultos en mi trabajo”, añadió.
Solo cuando experimenta casos como el del domingo en Mestalla, el fútbol levanta la voz para protestar contra el racismo. Y entonces se suman las autoridades deportivas y las gubernamentales. Las del país afectado y las de allende las fronteras. Y los clubs anunciarán decisiones enérgicas y perseguirán a los ultras y aficionados más radicales. Toca “tolerancia cero” con los violentos. Una medida que adoptó Joan Laporta cuando subió por primera vez a la presidencia del Barça (2003). Lo hizo porque aquellos Boixos Nois lo habían amenazado. Ojalá todos los clubs españoles se hubieran sumado a esa medida de forma indefinida. Probablemente no estaríamos hablando de esto. O, a lo mejor, sí ●