Lo bueno de enfadarse

El enfado de Cristiano ha sido vendido como algo muy positivo para el equipo

¿Se acuerdan cuando Neymar se enfadó con Luis Enrique al ser sustituido? En Jugones se recrearon con los vídeos con música de terror y Pedrerol abroncaba al brasileño: “¡Respeto! ¡Es lo único que hay que exigirle a cualquiera!”. Se hablaba de “Neymar estalla” y lo calificaban de “monumental cabreo”. Estas situaciones fueron vendidas a los espectadores como una situación de crisis en el Barça, una evidente muestra de inestabilidad en el vestuario y un distanciamiento entre el entrenador y algunos jugadores de la plantilla.

En cambio, el enfado de Cristiano con Zidane ha sido recibido en Jugones con una enorme indulgencia. “Y ahora buena cara” como regañina sobre lo que le toca hacer. El vídeo que el lunes recogía la reacción de Cristiano al ser sustituido lo definía como “le ha sentado mal” y “poner cara de desaprobación”. Y cada uno de los malos gestos los compensaban, a continuación, con muestras positivas de que Cristiano lo había enmendado enseguida (una foto de Instagram, una sonrisa, un saludo a los aficionados…). Las imágenes del rondo en que Cristiano parecía seguir enfadado y de mal humor, lo vendieron como “competitividad mezclada con rabia” y calificaron el ánimo del jugador como “tensión, irritado, nervioso y ansioso” por jugar. Unas palabras que tenían un objetivo clarísimo: conceptos que iban a beneficiar el juego del Madrid. Pedrerol anunciaba: “Tiene pinta que esta noche se va a comer la hierba…”. Nada más empezar el programa, el presentador se mostraba molesto por las burlas de la prensa alemana al enfado de Cristiano. En vez de explicarlo como una consecuencia negativa de la escena de Las Palmas, le sirvió para espolear al portugués: “¡Cristiano, hazme caso! ¡Píntales la cara!”. La voz en off del vídeo advertía sobre el futbolista: “Esta noche intentará dar el pelotazo (pausa) para reivindicarse (pausa) en una semana complicada”. Parecía más un programa para animar al jugador y al Real Madrid y dar rienda suelta a las aspiraciones blancas.

En definitiva, animar a los madridistas asegurándoles lo que todavía no había sucedido

Mònica Planas