Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

UNA MÁQUINA El Atlético de Madrid doblegó al Bayern con un partido redondo y una exhibición en la primera parte

ATLÉTICO - BAYERN Un golazo de Carrasco valió el triunfo; Griezmann falló un penalti en la recta final del partido

- Chema G. Fuente Madrid

“Dale alegría a mi corazón, la Liga de Campeones es mi obsesión’. El mosaico que coloreó el Calderón en la previa tiene tintes premonitor­ios. El Atlético 16/17 es el equipo con más hechuras de hacer algo gordo, pero gordo de verdad desde que Diego Simeone se hizo cargo de él. Y eso, hablando de un equipo que suma cinco títulos con él y dos finales de Champions, es mucho decir. Lo anticipó empatando en el Camp Nou ante un FC Barcelona que se había adelantado en el marcador. Y lo certificó este miércoles ante el Bayern de Múnich, con un partido serio de verdad, con sentido, en el que los de Simeone se movieron con la precisión de una máquina de alta tecnología. Para un tipo como el Cholo, que se manifestab­a en la previa admirador del fútbol alemán, su equipo fue más alemán que el propio Bayern, porque no falló en nada de lo que sabe hacer, que es mucho y lo hace de maravilla. Este Atlético es una máquina alemana con el alma latina que le ha impreso Simeone.

Y la prueba de que lo que hace este equipo es enorme, se comprueba en el hecho de que asuma con total normalidad derribar a equipos como el Barça o el Bayern, algo rutinario, posible, habitual y sobre todo merecido por lo expuesto en el césped. Esa es la verdadera vara de medir para el que es, de pleno derecho uno de los ‘cocos’ de Europa. La temporada marcará su lugar a cada uno pero en este primer tramo de curso del Atlético deja un equipo que está perfectame­nte diseñado para ganar.

Llegaba el Bayern al Calderón con halo de divinidad, con ocho triunfos en ocho partidos, 27 goles a favor y uno sólo en contra, y se reflejó en el espejo del Atlético, que es como oráculo de la verdad, para darse cuenta de que es terrenal, demasiado terrenal. Este Bayern de Ancelotti se mostró en el Calderón más mundano que el de su antecesor, Guardiola, que en el curso pasado exhibió más orgullo, más furia, metió más miedo. El Atlético del curso pasado derrumbó casi una deidad, fue una gesta casi mitológica. A este Bayern, más directo, se le ven más las costuras, es más ‘normal’. Un equipazo -que lo es-, entiéndame, pero un rival al que se le puede doblegar. Salvo por el pase mágico de Thiago que dejó a Muller a bocajarro para marcar hasta que apareció San Oblak, el Bayern no generó nada en la primera mitad. Al contrario que el Atlético, que las tuvo de todos los colores hasta que Carrasco cerró con una galopada y un disparo cruzado con la izquierda el 1-0.

Con semejantes credencial­es, el libreto ‘cholista’ dice que hay que dar un paso atrás para vivir de la velocidad y los espacios del rival, para cazarle a la contra. Y eso fue lo que hizo el equipo rojiblanco. El Bayern dio un paso adelante, posicional­mente aunque no en calidad de ocasiones, y los de Simeone optaron por atrinchera­rse y buscar alguna como la que Carrasco tuvo en un disparo desde la frontal en el que Neuer se lanzó como una pantera para desviarlo.

Con un equipo como el Bayern delante uno no puede esperar no llevarse algún susto, que los hubo -sobre todo un cabezazo de Lewandowsk­i o un disparo de Robben-. El Atlético de Madrid habría podido vivir más cómodo si le hubiera marcado el penalti que Vidal le hizo a Filipe. Griezmann lo envió al larguero

El Bayern ‘divino’ se reflejó en el espejo del Atlético de Madrid y se vio muy terrenal

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FOTO:AP Yannick Carrasco celebra con la grada del Vicente Calderón el gran gol logrado, que valio tres puntos para los rojiblanco­s

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