Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Lágrimas para Cristiano
Los melodramas de los adolescentes ante los autocares, de vergüenza ajena
No hay desplazamiento del Madrid que no incorpore las lágrimas de las (y los) fans. Personas jóvenes que gritan de manera desgarradora mientras miran desesperados los cristales del autocar de los futbolistas o las puertas del hotel donde se alojan.
Es triste que no nos libremos de estas imágenes que no aportan nada, más allá de comunicar de manera subliminal la supuesta grandeza de algunas estrellas.
En Deportes Cuatro son ya unos especialistas en captar estas escenas. Aportan la dosis de intensidad y drama que necesitan para sus noticias.
Ayer, un vídeo nos relataba el ímpetu de Cristiano durante el partido contra el Dortmund, su autoexigencia, su ansiedad para marcar, su motivación… pero como no logró marcar otro gol se fue del estadio con cierta frustración. Eso justificaba que subiera al autocar sin querer hablar. La voz en off decía: “No se paró con nadie, ni siquiera con ese chaval rubio oxigenado. Ese chaval que veía a Cristiano subirse al autobús y que por tanto iba a quedarse sin foto ni recuerdo”. Y nos enseñaban a un adolescente (ya crecidito) ávido por recibir un saludo, una foto o un autógrafo del portugués. Nos enseñaban al chico gritando a Cristiano al lado del autocar.
Luego empezaba a desesperarse y arrancaba a llorar, hasta que montaba un melodrama a lágrima viva ante la frustración de no recibir una respuesta.
La manera como los adolescentes se comportan ante estas situaciones no deja de ser mimética: hacen lo que ven a los demás. Y la televisión perpetúa el patrón de conducta. Es de vergüenza ajena ver a gente tan joven perder la dignidad y humillarse así ante futbolistas o ante los autocares de cristales oscuros. Pero la tele acaba transmitiendo que la auténtica admiración deportiva, la verdadera, es eso: llorar ante sus ídolos, perder el control de sus emociones y desarrollar un comportamiento histérico. Y las cámaras se aprovechan de ello y convierten a esos adolescentes melodramáticos en monigotes para los vídeos, porque llenan de desgarro un contenido informativo ya de por sí vacío