Errores muy caros

El Athletic fue claramente superior al APOEL y tuvo suficientes ocasiones para haber sentenciado la eliminatoria. Pero en el fútbol, al final, decide si el balón entra en la portería y el equipo rojiblanco necesitó más de veinte remates para meter tres goles y, en cambio, el cuadro chipriota solo tuvo tres oportunidades e hizo dos tantos.

Apesar de que los leones tuvieron la posesión del balón, ese dominio fue un tanto engañoso, porque vino facilitado por un rival que reculó mucho y cedió bastantes metros. Otro equipo de cierto nivel, casi cualquiera de la Liga española, no hubiera dejado jugar tanto, porque la mayoría presiona ya muy arriba la salida del balón.

Por eso, da la impresión de que el mérito del equipo bilbaíno ante los de Nicosia es un tanto relativo. Es más, es un poco lamentable que no fuera capaz de ‘matar’ a un contrario que durante bastantes minutos estuvo a merced de los de Valverde y listo para recibir la puntilla. Hasta su propio entrenador, Thomas Christiansen, se sinceró tras el encuentro al reconocer que había llegado a ver la eliminatoria perdida.

El 3-1 era un buen resultado para afrontar la vuelta, pero llegó el último gol del APOEL que ahora deja el desenlace de este cruce en el aire. Y este palo casi al límite del tiempo reglamentario estuvo originado por algo que le viene ocurriendo al Athletic a lo largo de esta temporada, sobre todo en Europa. El equipo rojiblanco no acaba de controlar el juego en el centro del campo y la precipitación en los pases y las pérdidas tontas han dado demasiado opciones a equipos que no han hecho tantos méritos para marcar goles. Solo hay que recordar los partidos en San Mamés ante el Genk o el Sassuolo para confirmar este extremo