Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Un prodigio con carisma

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

Hay deportista­s que, más allá de sus incuestion­ables éxitos que les convierten en los mejores en sus disciplina­s, son además ídolos populares por ese intangible que se llama carisma y que se tiene o no se tiene. Simone Biles (Ohio, 1997) lo tiene todo. La gimnasta es la mejor sin discusión y ha conseguido además ser una estrella mundialmen­te reconocida colocando a su deporte en la primera línea mediática. Incluso a aquellos que no les gustaba ni habían visto nunca una competició­n de gimnasia artística, no pudieron evitar en los Juegos de Río sentarse delante de la televisión, como hipnotizad­os, para ver como una joven de 19 años que mide tan solo 1,45 lograba hacer historia conquistan­do cuatro oros y un bronce.

Simone Biles fue coronada el pasado lunes por los Premios Laureus como la mejor deportista del año junto a Usain Bolt. Antes de la gala, compareció ante los medios de comunicaci­ón junto a Nadia Comaneci, a la que superó en Río en medallas. La rumana no dudó un segundo en admitir: “¡Que feliz soy por no haberla tenido como rival! Ella es la mejor, la máspoderos­ayha roto el gran maleficio: si ganabas el Mundial no ganabas en los Juegos Olímpicos posteriore­s. Simone es increíble. Si hubiéramos coincidido me habría pateado el culo”.

Paloma del Río, toda una institució­n que ha cubierto nada menos que ocho Juegos de verano y seis de invierno, es una de las periodista­s españolas que forman parte del jurado de los Laureus. “Voté por Simone. Y me costó porque la gran Ruth Beitia estaba también entre las nominadas y el corazoncit­o siempre tira… Pero no podía ser una cuestión de patriotism­o, ni de sentimenta­lismo, sino de excelencia deportiva. Así que voté primero por Simone, después por Ruth y en tercer lugar a Serena Williams”.

La potencia prodigiosa

No ha habido otra gimnasta en la historia como la estadounid­ense. Ya es la única que ha conseguido ser campeona del mundo general individual tres veces de forma consecutiv­a (2013, 2014 y 2015) y ganar después cuatro medallas de oro y una de bronce en los Juegos Olímpicos. Su potencia y alto nivel de dificultad en los ejercicios hacen de ella un prodigio a la que los expertos admiran y los aficionado­s veneran. “Es bestial. Es como una ballesta con sus músculos gruesos, su pequeña estatura, otras gimnastas no son tan atléticas y sí más elegantes, pero por ejemplo, en el ejercicio de suelo no hay nadie que pueda hacer lo que ella hace. Hay un salto con doble plancha mortal adelante que cae y parece que le han pegado los pies al suelo con súper glue. En las diagonales, los saltos de frente que son muy difíciles de frenar ella los encadena y cae a plomo, sin un solo titubeo. La dificultad es impresiona­nte y la manera de ejecutarlo es perfecta”, argumenta Paloma del Río.

En Río solo tuvo un fallo, uno. En la final de barra se desequilib­ró y la holandesa Sanne Wevers se llevó el oro, siendo su compañera de equipo Lauren Hernández plata y teniéndose que conformar ella con el bronce. No logró superar por lo tanto a la soviética Larissa Latynina, que obtuvo las mismas cuatro victorias en

Simone Biles está sola en la cima de la gimnasia; lo dice incluso Nadia Comaneci

Melbourne 56. Y, sin embargo, no perdió la sonrisa. Así lo vivió Paloma del Río: “Es imposible no empatizar con ella. Siempre sonríe, no es nada diva, en el pabellón iba rodeada de seguridad y era ella la que se saltaba los controles para acercarse a la gente y firmarles un autógrafo o darles la mano. Resultaba un imán al que todo el mundo seguía y la perfecta compañera de equipo, ayudando, animando, una líder nata”.

Una infancia difícil

Para Simone Biles la gimnasia no ha sido únicamente un deporte al que dedicarse profesiona­lmente, sino también una pasión, una vía de escape para tratar su trastorno de déficit de atención e hiperactiv­idad (TDAH) y una misión en la vida, una meta, para una niña que empezó con solo 6 años y que no tuvo una infancia fácil.

Nacida en Columbus (Ohio), nunca conoció a su padre y su madre era adicta a las drogas, así que cuando tenía 3 años se fue a vivir junto a su hermana pequeña, Adria, a casa de su abuelo materno Ron y la segunda mujer de este, Nellie, quienes finalmente se quedaron con la custodia de sus nietos. En una visita escolar a un gimnasio comenzó a imitar lo que veía y se fijaron en ella. Con solo ocho años la entrenador­a Aimée Borman convenció a sus abuelos para que la dejara en sus manos. Y el resto es historia. Borman sigue siendo a día de hoy su entrenador­a. “Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no soy yo la que tiene que responderl­as”, ha declarado en más de una ocasión. El pasado mes de noviembre salió publicada su autobiogra­fía ‘Courage to Soar’ en la que relata sus difíciles comienzos, pero sin dramatismo­s: “Mis resultados no tienen que ver con de dónde vengo sino, sobre todo, hacia dónde quería ir y lo que quería hacer con el talento que recibí”.

De una familia rota surgió el torbellino que ganó cuatro oros y un bronce en Río

Un año sabático

Tras la hazaña de los Juegos de Río, Simone Biles ha decidido tomarse un año sabático en el que se dedica a viajar, a vivir. Sigue entrenándo­se, pero se ha despegado de la presión competitiv­a y ya ha dejado claro que no acudirá al próximo Mundial que se celebrará en Canadá. “No me he puesto una fecha de regreso, de momento necesito seguir de relax, con mi familia y amigos, porque en los últimos años he estado muy muy ocupada. Me voy a saltar el próximo Mundial pero me quedan otros tres y espero llegar en forma a los Juegos de Tokyo”, declaró el lunes en Montecarlo.

Biles es una referencia para millones de niñas que no sólo sueñan con dedicarse a la gimnasia, sino que la admiran también por su coraje y su carácter. Un ejemplo: el pasado mes de diciembre Simone recibió críticas lamentable­s en las redes sociales por una foto suya en bikini. Su respuestae­ntwitterfu­eantológic­a:“Podéis juzgar mi cuerpo todo lo que queráis, pero al final del día es MI cuerpo. Me encanta y estoy cómoda en mi piel”

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GETTY Biles, sobre la barra, el único ejercicio en el que se le escapó el oro en los pasados Juegos Olímpicos
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