Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
LAS INERCIAS SIENTAN BIEN
El paso por el filial ha abierto el camino al primer equipo tanto a Valverde como a Ziganda Clemente, Rojo I Amorrortu y Saéz recorrieron una senda semejante y con méritos
En la rueda de prensa ofrecida por Josu Urrutia el pasado jueves en San Mamés, el presidente del Athetic habló de la elección de José Ángel Ziganda como entrenador del primer equipo. El mandatario bilbaíno recordó que las cosas se han hecho de una manera consensuada, “casi por inercia”, descartando que tuviera un pacto o un compromiso para ofrecerle el cargo. La carrera de seis temporadas ha facultado al entrenador de Larrainzar para ser el nuevo inquilino del banquillo del primer equipo, como años atrás han hecho otros entrenadores que han pasado por el filial. Sin ir más lejos, Valverde. Es una tendencia sostenida en la propia filosofía de la entidad bilbaína. Es como la teoría de los vasos comunicantes. Es una lógica que ha permitido encadenar resultados meritorios, a veces históricos. Unas veces por la consecución de títulos; otras, por haber librado al Athletic de males mayores, lo cual también hay que considerar como un logro. Lo obtenido por Valverde en cuatro años es de lujo y lo que pueda deparar Kuko tiene pinta de ser reseñable con un poco de fortuna y paciencia. Ambos salieron de la base. Uno ya ha triunfo y el que fuera compañero de fatigas en la delantera está a la espera de ello.
¡Qué entrenadores!
En la memoria de los seguidores del Athletic hay varios nombres especiales que han pasado por una tesitura similar. En los años ochenta Iñaki Sáez estuvo en la misma situación y se convirtió en un remedio salvador en época del zozobra de los bilbaínos. El que fue lateral durante muchos años también hizo tándem con Iribar para llevar los destinos del Bilbao Athletic. A finales de los setenta llevó a los cachorros hasta que en la temporada 80/81 se pusiera al frente del primer equipo; en la 85/86 pasó lo mismo y a principios de los noventa. Entre medio más campañas con el Bilbao Athletic. Siempre al servicio del club, tuvo la misión de dar estabilidad a una situación más que comprometida.
Otro ilustre, el de mayor historial, saltó al primer equipo en la temporada 81/82 después de dos ejercicios en el equipo de los cachorros. Fue Javier Clemente, el campeonísimo. Después de que fuera cesado volvió dos veces, sin volver a pasar por el Bilbao Athletic, como hizo Sáez. Con poco bagaje, se encargó de dar lustre a la historia del club con dos títulos de Liga que nadie podía esperar, así como el de Copa, además de la supercopa.
Momentos de agobio
Después de cuatro campañas con el filial bilbaíno, tres de ellas en Segunda A, Iribar accedió al Athletic en el curso 86/87, que fue de muy difícil asimilación. El equipo terminó decimotercero después de 44 jornadas, por haber disputado la promoción para evitar el decenso. En el siguiente curso volvió con los aspirantes a leones. Sufrió lo suyo el ‘txopo’.
Con Txetxu Rojo pasó lo mismo. Estuvo una campaña en el Bilbao Athletc -en la 85/86- y al año siguiente se hizo con las riendas del primer equipo y volvió una década más tarde. En ambos casos acabó en duodécima posición. Tuvo la difícil misión de relevar a Kendall. Su trayectoria fue similar a la Amorrortu, que del filial pasó al Athletic en los años noventa. Tuvo la el cometido de coger el testigo de Irureta.
Aranguren
Curioso fue el caso de Txutxi Aranguren, que dirigió a los cachorros en los setenta y fue un recurso de emergencia en la 91/92. Más que curiosa fue su famosa frase “Apúntame ésa, Txato’ dirigida a Núñez”.Difícil fue la papeleta y muy meritoria
Txingurri dio el salto sin experiencia, pero hizo un carrerón
El bagaje de Ziganda le faculta para hacer una labor similar