Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
La Cuña Verde se tiñe de albiazul
La zona de animación se convirtió en el epicentro de la fiesta gasteiztarra en Madrid con una afición entregada a los colores de su equipo
El parque de la Cuña Verde fue ayer el centro de la fiesta albiazul desde que a las diez de la mañana se cortó a cinta inaugural como punto de destino final del peregrinaje de los más de 20.000 seguidores albiazules que tomaron Madrid. Las nueve horas en las que estuvo abierta fueron una demostración total del renacimiento del espíritu albiazul. Fue una especie de bautismo para los nuevos seguidores sumados a la causa. A la savia nueva del Alavés le quedaba muy lejos las andanzas de Dortmund, en 2001, y desde ayer ya pueden contar en primera persona que vivieron una final del Alavés.
La temperatura de la cuña fue en aumento con el paso de las horas y alcanzó su ebullición a primera hora de la tarde cuando los más rezagados llenaron los estómagos en el centro de la capital y enfilaron la zona de diversión. A la hora de echar el candado, a las 19.00 horas, muchos fueron los que pidieron un tiempo añadido. El desaliñado parque de la zona cercana al Calderón fue lo más parecido ayer a la céntrica calle Dato en la que intercambiar saludos.
Inauguración
En un escenario apartado del centro de la capital y con muy pocas sombras para albergar a los sedientos alavesistas, este secarral fue el espacio ideal para convertirse durante unas horas en una pequeña Virgen Blanca o Mendizorrotza. La hora de apertura fueron las diez de la mañana, pero el grueso de los aficionados se hicieron esperar hasta primera hora de la tarde. Media hora más tarde, tuvo lugar la apertura de la zona VIP con la presencia de las máximas autoridades locales y provinciales, con el Lehendakari Iñigo Urkullu y su esposa a la cabeza. Junto a él, el Diputado General de Álava, Ramiro González, el alcalde de Gasteiz, Gorka Urtaran, con Josean Querejeta, como máximo accionista del Alavés, y el presidente Alfonso Fernández de Trocóniz.
Ajenos a la presencia de las autoridades, los seguidores albiazules se empezaron a desparramar por el espacio preparado por el club. Más allá de ser un punto de reunión y encuentro, se pudo disfrutar también de una zona de información turística de Álava y Vitoria, un muro para la historia en la que los seguidores dejaron sus mensajes de apoyo. Hubo también una zona en la que los aficionados pudieron desahogarse con toda su fuerza y tratar de alcanzar los más altos decibelios con sus gritos de apoyo al equipo. Hubo otro espacio para que los más presumidos pudieran acicalarse sus barbas.
A medida que el sol empezaba a calentar el flujo de la marea empezó a crecer hacia el mediodía. Las sombras empezaron a ser un bien cotizado en el que aliviar el intenso calor que ya para la una del mediodía rebasó la barrera de los 30 grados. El transitar a la barra en busca de bebida y alimento fue incesante para acercarse después a cualquiera de los árboles, en proceso de formación, que dentro de unos años darán forma y frescura a la Cuña Verde.
De Euros a Glorias
Los Euros se transformaron en Glorias para acceder a las bebidas y comidas que se despachaban en las barras. Con la animación musical del DJ Oihan Vega, empezaron los botes y cánticos de los seguidores. Un vídeo empezó a tocar la fibra sensible con el recuerdo de la final de la UEFA en Dortmund. Los goles de Iván Alonso, Javi Moreno o Jordi Cruyff se jalearon como los de Deyverson, Toquero, Edgar o Ibai.
Muchos fueron los que optaron por disfrutar de la mañana por el centro. Por cualquier céntrico rincón como la Puerta del Sol, Plaza Mayor, distrito de La Latina, Lavapiés o Malasaña, Barrio de Las Letras afloraron las camisetas albiazules con mucha mayor proporción que las azulgranas. Esta gran final, avanzado el siglo XXI, ha servido para constatar la fuerza del renacido espíritu albiazul que llevó en la jornada de ayer a muchas familias al completo a completar el desplazamiento a Madrid con los padres y acompañados de sus hijos. Además esto es cantera para el futuro.
El plan diseñado por los impenitentes seguidores fue el de aprovechar la tórrida mañana con un buen desayuno madrileño y vermouth. Ese prolegómeno anticipó a una suculenta comida en algunos de los rincones más selectos. La mayoría optaron por dejar para primera hora de la tarde el acceso a la lejana cuña albiazul. Allí se apuraron los últimos minutos antes de enfilar el masivo peregrinaje con destino al escenario de la segunda gran final que jugó el Alavés