Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Paciencia vitalicia

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Pues no dejo de darle vueltas a eso del ‘Ferguson rojiblanco’. Un entrenador vitalicio al margen de caprichos electorale­s, un Wenger al que una buena parte de la grada pide su cese hace tiempo con pancartas y campañas cibernauta­s. O mejor repasemos nuestra historia desde la dura transición postClemen­te cual travesía por el desierto, repleta de ceses y cambios en Ibaigane.

El presidente Aurtenetxe ya probó con tres entrenador­es en cuatro temporadas: el Txopo Iribar, Howard Kendall al que cesó en su tercera campaña y acabó ese último año de mandato con Txetxu Rojo. La llegada de Lertxundi tampoco consiguió amainar esa sensación de fracaso permanente, primero con el cese del propio Clemente y después con el de su sucesor, Iñaki Sáez. En su tercer año acertó con Jupp Heynckes, pero su negativa a continuar después de dos campañas y las elecciones, con relevo de presidente incluido, devolviero­n al club a la inestabili­dad y la incertidum­bre del cambio de tercio.

Llega Arrate, mismo guión. Dos técnicos cesados -Irureta y Stepanovic­en las dos primeras temporadas, para terminar salvando los muebles con Amorrortu sendas veces. Luego llegaron Luis Fernández y el derroche en fichajes con el caso paradigmát­ico de Roberto Ríos yel consiguien­te déficit estructura­l, el que le cuadramos a Lopera ‘sine die’. Tras el fallecimie­nto de Uría pasaron cuatro temporadas, cuatro presidente­s y hasta seis entrenador­es. Una época gris saldada con dos semifinale­s de Copa y una clasificac­ión europea que acabó muy mal.

Entonces, ¿por qué los récords de banquillo de los Clemente, Luis Fernández, Caparrós y Valverde? Pues por la estabilida­d de los resultados y la confianza de un presidente. En la otra cara de la moneda una larga nómina de cesados, a veces por una mala clasificac­ión como Stepi, otras porque no cayeron en gracia como Irureta a la grada o Mendilibar al vestuario, y otras porque decidieron no renovar como Heynckes y Valverde.

Caso distinto

Caso distinto si el entrenador acude a la llamada de un presidente amigo. Así explicaba Valverde su retorno al Athletic: por Urrutia .El problema es que, a veces, esos vínculos restan más que suman. No debió de ser fácil para Urrutia renunciar a su ‘plan A’ cuando Ernesto evitó exponerse a unas elecciones, ni para el propio Valverde cuando firmó un tercer año tras aquel ridículo en Europa con ración doble de Borisov y Torino, en sesión continua, unido a la peor primera vuelta liguera en mucho tiempo. Echando la vista atrás, con la perspectiv­a de décadas, pareciera como si esa paciencia y ese temple que exigen algunos para con su entrenador hubieran faltado en Bilbao de siempre, ¿no?

Tal vez eso de cansarnos de las mismas caras no sea un problema tan reciente, achacable a no sé qué falta de valores de una generación siempre más joven.

Tal vez algunos de los que gritaban a vena hinchada en otras épocas ‘fulanito kanpora’ a algún que otro entrenador sean los que pidan de repente paciencia para perpetuar a su Ferguson rojiblanco. Y Ziganda, ¿qué?

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FOTO: AIOL Valverde habla durante un día de entrenamie­nto en Lezama con Kuko Ziganda, su sustituto en el banquillo del Athletic

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