Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
ESPAÑA, A POR EL REPÓKER
Saúl Ñíguez, con un ‘hat trick’, metió a la Rojita en la gran final del viernes, que jugará ante Alemania Italia hincó la rodilla ante una rival que despertó en la segunda parte y que ahora buscará su quinto título
La roja a Gagliardi y el despertar de Dani Ceballos acabaron por decantar el duelo
España ya está en la gran final del Europeo Sub-21. Cuatro partidos, cuatro victorias. El mejor equipo de este campeonato, sin duda. Y si no que se lo pregunten a Italia, que ayer también acabó hincando la rodilla. Tres goles de Saúl Ñíguez dejaron KO a la selección que más veces ha conquistado este trofeo. Cinco veces lo ha ganado, pero su supremacía en esta categoría está en peligro. La Rojita suma cuatro y el viernes, ante Alemania, va a por el repóker. Visto lo visto, lo tiene a su alcance.
Al final fue una victoria (3-1) apacible, aunque la primera parte fue un toma y daca constante entre dos equipos que, si bien mostraron las lógicas precauciones defensivas, no dejaron nunca de La Rojita, un vendaval de fútbol y goles mirar al marco rival. Quien pensara que Italia iba a jugar al catenaccio estaba muy equivocado. La transalpina no es una escuadra rácana en su fútbol. De excelente calidad de mediocampo en adelante, pronto pusieron de relieve que también saben jugar al ataque.
A la Rojita, como ya sucedió en sus tres anteriores partidos, le costó meterse en el choque. España, eso sí, tuvo sus opciones en el arranque. Dani Ceballos lo probó desde lejos y Deulofeu buscó el ‘gol olímpico’ en un saque de esquina al que respondió Donnarumma. Tras otro chut de ‘Deulo’ que blocó el meta llegó la primera gran ocasión de Italia, en un disparo de Pellegrini que hizo lucir a Kepa.
España no estaba cómoda en el campo. Se echaban en falta las internadas por la banda de los laterales Bellerín y Jonny, así como tener menos de lo habitual el balón en su poder. Aun así, los de Celades tuvieron un par de ocasiones más, con chuts de Deulofeu y Sandro que se fueron fuera por poco. Con 0-0 se llegó al descanso.
Se rompe el partido
Sin cambios en ambos equipos, la segunda parte parecía que iba a discurrir por los mismos cauces, pero no fue así. La Rojita se hizo con las riendas desde el arranque y, ya con el balón en su poder, llegó el gol. En el minuto 53, una gran acción de Dani Ceballos, rompiendo desde la banda izquierda, acabó con el balón a los pies de Saúl Ñíguez, que batió a Donnarumma con un potente disparo.
España había hecho lo más difícil, pero aún le iba a sonreír un poco más la suerte. Solo cinco minutos después de marcar, Gagliardi veía la segunda tarjeta amarilla por un entradón a Dani Ceballos, que había empezado su recital de fútbol con caños imposibles incluidos. Con diez en el campo, Italia parecía que iba a ser presa fácil, pero si algo tiene el ADN de los ‘azzurri’ es que nunca se dan por vencidos. Así, en el minuto 62, su mejor jugador, Bernardeschi, se sacaba un chut desde fuera del área. El balón tocaba en Vallejo, despistando a Kepa y el empate volvía al marcador.
Lo que podía haber sido un jarro de agua fría para España, Saúl Ñíguez se encargó de que no fuera así. El centrocampista, en una noche inolvidable, volvió a avanzar a los de Celades con un golazo. Su zambombazo desde fuera del área entró como un obús dentro del marco de Donnarumma, que se tiró para salir en la foto (min. 65).
En esos momentos, la Rojita estaba ya desmelenada. Deulofeu y Marco Asensio tuvieron el tercero en sus botas, pero no encontraron el camino del gol. Por entonces Italia ya se estaba diluyendo como un azucarillo en el agua hirviendo y España lo aprovechó. Cómo no, Saúl Ñíguez puso la puntilla al rival. Era el minuto 74 y una internada de Marco Asensio fue aprovechada por el mejor jugador del torneo para firmar el 3-1. Era su quinto gol en cuatro partidos.
El encuentro estaba visto para sentencia a falta de un cuarto de hora para el final. No había milagro posible para la ‘azzurra’. España estaba en la gran final. Sin discusión. Ahí la espera Alemania. Que se prepare