Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

“SABE MEJOR UN ASCENSO QUE UNA ESTRELLA MICHELIN”

- Yaca Garcia-Planas

Aitor Arregi ha cosechado muchos éxitos en su vida profesiona­l: primero como futbolista y después como cocinero. Protagonis­ta en los dos ascensos del Villarreal (1998 y 2000), después ganó una estrella Michelin con su restaurant­e Elkano (2014) en Getaria, donde un día, su padre, le enseñó a preparar los mejores rodaballos. ¿Qué le hizo cambiar el fútbol por la cocina?

¡Es al revés!

Perdone la ignorancia…

Elkano lo funda mi padre en 1964. Mi abuela había sido la gran cocinera. Yo nazco y me crío aquí en la cocina, en la parrilla, entre pescadores y viendo el trabajo de los padres. Voy al colegio y juego a todo. También a fútbol. Con 18 años estaba estudiando ingeniería en San Sebastián y vino el Alavés a ficharme. Pero mi padre dijo que no, que no iba a comer del fútbol. Entonces el Alavés nos propuso un cambio a ingeniería en Vitoria. Me fui en el 91 a hacer la prueba y la broma duró 11 años como profesiona­l: cinco años en Vitoria, el siguiente en Eibar y en 1997 al Villarreal, donde conseguimo­s el primer ascenso. En 2002 colgué las botas tras pasar por Elche y Burgos. Y entonces es cuando me dedico plenamente a la cocina. ‘Y ahora, a trabajar’, me dijo mi padre, que murió meses antes de que me dieran la estrella Michelin, en 2014. Como le veía disfrutar pensaría que no se sufría…

Claro, pero el futbol también tiene sus cosas, como la presión. Y, para mí, lo que hago ahora es como si no fuera trabajo. Me he criado alrededor de una mesa, comiendo, en familia, disfrutand­o... Es algo que te apasiona. ¿Quién le pone el Apodo de Príncipe del Rodaballo?

Mi padre fue un revolucion­ario en la cocina. Hoy todo el mundo come el cogote a la parrilla pero antes no era así. Pedro, mi padre, lo hizo y montó una revolución culinaria y económica. Y él fue también el primero que puso el rodaballo entero y con piel. En el 82, a él le llamaban ‘el rey del Rodaballo’ y en una entrevista, no recuerdo muy bien cómo, me hicieron una pregunta y yo dije, ‘pues si él es el rey del rodaballo yo seré el príncipe…’. ¿Echa de menos su etapa como futbolista?

No. Estoy tan inmerso en tantas cosas del mundo culinario, que es inabarcabl­e e infinito, que me falta tiempo para echar en falta nada. Ni me

lo imagino…

¿Podría decir que su mejor etapa la vivió con el Villarreal?

No. He disfrutado en todos los sitios. En Vitoria entré soltero y salí casado. De los 19 a los 25 estuve allí y allí aprendí a beber vino. En Eibar me encontré un grupo humano espectacul­ar. En Villarreal viví esos momentos que no te imaginas en la vida (jugar en Primera) y en Elche también estuve muy bien. Sobre todo he disfrutado del ‘Tercer tiempo’. Era lo más bonito del fútbol. Acababa el partido e ibas con el equipo a hacer grupo, a compartir… Ahora hablo con la gente y eso ya no está tan arraigado. Antes era una barbaridad. Se fomentaba el compañeris­mo y el compromiso. El ‘Tercer tiempo’ servía para ganar muchos partidos. ¿Qué recuerda de su debut en el

Bernabéu? Jamás lo olvidaré. Me quedé sorprendid­o de lo alto que era el estadio. Impresiona. Miré para arriba y pensé… ¡por lo menos es dos veces el campanario de Getaria! El debut en Primera, en el Bernabéu y ante jugadores como Raúl, Suker, Mijatovic, Hierro… Nunca pensé que podría vivirlo. ¿Sabe mejor un ascenso o una estrella Michelin?

Un ascenso. La estrella es un reconocimi­ento de una guía. Yo valoro mucho el ir mesa por mesa para saber la opinión de la gente más que el comentario de una guía. El ascenso es el grupo humano, una entidad, una afición, todo lo que hay detrás por intentar un logro. Son muchas ilusiones. No pensábamos que íbamos a ascender con el Villarreal en Compostela y en el vestuario solo había agua y bebidas isotónicas, por ponerte un ejemplo. No había champán. Usted fue uno de los protagonis­tas del primer ascenso a Primera ¿qué recuerda de Compostela? Hay que vivirlo. Todo lo que te diga… Eso ya no lo he vivido nunca más. Lo que te sale de dentro cuando juegas solo lo he vivido en el fútbol. Estar en el coliseo y que ruja, ya no lo vuelves a vivir. ¿Algún proyecto en mente?

El año pasado iniciamos un proyecto en Sanctipetr­i (Cádiz): el desembarco de las parrillas en otro espacio, en el Cataria, en el Hotel Iberostar. Cataria es el nombre de Getaria en latín. Un guiño. Creo que sigue manteniend­o mucho contacto con el Villarreal Con el Villarreal me uní mucho, mucho, mucho. Porque les gusta comer y beber. Es el club con el que más unido estoy. Estuvimos hace poco allí celebrando el final de temporada. Fuimos a darles de comer por cuarto año ya. Es un sinsentido porque hay que ir con todo: rodaballo, gente, material… Pero es emocionant­e que quieran que vayamos. Ya hemos estado con Fernando cinco o seis veces. El ‘presi’ siempre viene a casa (al restaurant­e). De fútbol no hablamos. Yo no sé nada de futbol. No soy malo, soy peor. Cada uno conoce sus virtudes y yo todo lo que tengo, pero no era bueno.

En la final de Copa imagino que iba con el Alavés…

Sí. El Barça ya tiene muchos títulos… Pero mi mujer, que es catalana de Granollers, y mis dos hijos, que se llaman Pol y Marc, son culés. Ya ves la fuerza que tengo en casa…

¿Más de Messi o de Cristiano Ronaldo?

Messi. Cristiano tiene fuerza física y es un killer pero lo que hace Messi en 4 centímetro­s es imposible. Si Romario hacía un fútbol de dibujos animados, Messi hace lo mismo pero mejorado. Está fuera del pensamient­o. Es un genio.

¿Cuánta importanci­a tiene la alimentaci­ón en un futbolista?

Es muy importante. Yo tomaba muchos cacahuetes y cerveza (se ríe) pero ahora hablo con gente que está cerca de los jugadores y la verdad es que son atletas todos. Se cuidan mucho y se les nota.

¿Alguna anécdota del partido que jugó contra el Barça?

No sé. Puede parecer raro pero nunca me cambié la camiseta con nadie. Contra el Barça, en Valencia porque el Madrigal estaba cerrado, me cambiaron a mí y a Celades (Barça)al mismo tiempo y cuando los dos íbamos de camino al vestuario él me pidió la mía. Luego -cosas de la vidahemos coincidido en casa, en el restaurant­e, y se lo recordé. Ahora compartimo­s afición por la gastronomí­a. Seré de los pocos que siempre que ha jugado en el Camp Nou ha ganado. ¡Una vez!

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FOTO: LUIS MARI UNCITI Aitor Arregi, en la puerta del restaurant­e Elkano de Getaria La cocina y el fútbol han marcado su carrera profesiona­l

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