Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Coca-Cola ilumina Barcelona

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La historia de Coca-Cola y los Juegos Olímpicos es una historia de amor de casi 90 años, iniciada en 1928. Desde entonces, Coca-Cola es la compañía que más años ha estado trabajando junto al Comité Olímpico Internacio­nal (COI) en el espectácul­o deportivo más importante del planeta.

Todo comenzó en Amsterdam 1928. Un barco de Estados Unidos dejó un cargamento de más de mil cajas de botellas de Coca-Cola en Amsterdam, que se vendieron en los kioscos repartidos a lo largo del recinto olímpico. Además, el logo de Coca-Cola ya se podía ver en algunos de los carteles del evento. Cuatro años después, los Juegos desembarca­ban en Los Ángeles, Estados Unidos, país en el que nació CocaCola en 1886. Allí se colocaron espectacul­ares carteles publicitar­ios de gran tamaño y se crearon objetos promociona­les que conmemorab­an los Juegos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Coca-Cola no quiso faltar a la cita de Londres en 1948. En esta ocasión, debido a las dificultad­es logísticas para trasladar la bebida hasta Londres, las botellas se transporta­ron a través de los puertos de Glasgow y Belfast. En 1956, los Juegos llegaban por primera vez al Hemisferio Sur, a Australia. Por eso, Coca-Cola organizó concursos para que aficionado­s de Estados Unidos pudieran viajar a Melbourne para asistir a la cita. Coca-Cola repartió más de 100.000 viseras entre los espectador­es y mantuvo su habitual suministro de bebidas. En Roma 60, continuó aumentando su colección de chapas conmemorat­ivas de los Juegos, y cuatro años después, en Tokio 64,y dado que el idioma japonés utiliza un sistema de escritura diferente al occidental, Coca-Cola colaboró en la colocación de carteles en inglés y japonés. En México 1968, Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, la firma mantuvo su apoyo y patrocinio a los Juegos Olímpicos: se diseñaron más carteles, chapas y pines, piezas muy codiciadas por los coleccioni­stas.

A partir de la década de los 80, la relación entre los Juegos Olímpicos y Coca-Cola se hizo todavía más estrecha. La celebració­n de una nueva edición en Los Ángeles (1984) y el acuerdo firmado entre Coca-Cola y el COI en 1986 impulsaron definiti- vamente su papel en los Juegos Olímpicos: desde entonces es patrocinad­or top y colabora con el Comité en diferentes programas sociales para llevar el deporte a todos los rincones del planeta.

Por fin llegó Barcelona 92, unos juegos muy especiales para la compañía. Por primera vez, Coca-Cola participó en el viaje que hace la antorcha olímpica por todo el mundo. Gracias a un programa patrocinad­o por Coca-Cola, más de 150 personas a lo largo de 50 países sintieron la experienci­a de portar la llama. Es el caso de algunos empleados de CocaCola. Ignacio Alcaraz, junto a otros compañeros, fueron los primeros extremeños que portaron la antorcha. “Fue una experienci­a inolvidabl­e. Sólo fueron 500 metros, pero qué 500 metros… Con un paisaje espectacul­ar de fondo, a mis compañeros les tocó correr cuesta bajo, pero yo tenía que hacer la carrera cuesta arriba con una pendiente del 23%. Los 500 metros se transforma­ron en 5.000”, recuerda.

María José Escribano lleva el deporte en su ADN. Por eso, cuando surgió esa oportunida­d no se lo pensó dos veces. “El honor, el sentimient­o y el orgullo de representa­r a deportista de mi país fue muy grandioso”, enfatiza. Margarita Moreno, que en aquella época tenía 29 años, recuerda que lo que más le preocupaba en aquellos momentos era si la mecha estaba encendida: “¡No quería ser la primera corredora que apaga la llama olímpica!”. Y Marta Bofill lleva ese momento grabado para siempre: “En mi casa tengo como decoración la misma antorcha con la que corrí aquel día los 500 metros en Bellver de Cerdanya”.

Y llegó Atlanta 96. 110 años después del nacimiento de Coca-Cola en Atlanta, los Juegos llegaban a su ciudad de origen. Para celebrarlo, se creó la “Ciudad Olímpica de Coca-Cola”, un recinto de más de 32.000 metros cuadrados con atraccione­s y pruebas deportivas simuladas.

Estas son sólo algunas de las muchas historias que esconden la “relación” tan especial de Coca-Cola con los Juegos Olímpicos. Hay muchas más, por supuesto. Y todavía son más las que están por llegar. Por lo tanto, ya ha empezado la cuenta atrás para la siguiente parada: Tokio 2020.

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