Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Amigos para siempre
35.000 voluntarios fueron parte fundamental del éxito de los Juegos del 92 Otros 14.000 repitieron el ejemplo de compromiso en los Juegos Paralímpicos Fue una locura colectiva: seis años antes de los Juegos, ya había 100.000 aspirantes
“Estos han sido, sin ninguna duda, los mejores Juegos de toda la historia olímpica. Gracias de todo corazón a los miles y miles de voluntarios. Nos sentimos orgullosos de vosotros. Nos habéis dado el mejor ejemplo de lo que es la juventud actual de nuestro país”. Con estas palabras pronunciadas el 9 de agosto de 1992 durante la ceremonia de clausura de los Juegos de Barcelona, el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, quiso hacer un reconocimiento público a la labor de los voluntarios que colaboraron en un evento que transformó a toda una ciudad y ayudaron a situarla en el mapa del mundo. Un fenómeno de implicación ciudadana de tal éxito y eficiencia que supuso uno de los mayores triunfos de Barcelona’92.
Y es que los cerca de 35.000 voluntarios olímpicos de Barcelona’92, “los pequeños héroes que se pusieron al servicio de la fascinación de Olimpia”, como les calificó un periodista alemán, fueron una pieza fundamental en el éxito de aquellos Juegos, como un mes después lo fueron también los 14.000 que intervinieron en los Juegos Paralímpicos.
La idea de los voluntarios olímpicos surgió en los Juegos de Los Ángeles’84, los primeros de la historia que contaron con ellos de manera masiva, y Barcelona supo explotar y sacar el máximo partido de la ilusión colectiva que invadió a la ciudad con la candidatura y la nominación olímpica.
Los números lo dicen todo. Se necesitaban unos 35.000 voluntarios, pero antes de que Samaranch anunciara la victoria de Barcelona el 17 de octubre de 1986, a seis años vista del inicio de los Juegos, ya eran 60.000 los que se había logrado captar gracias a una exposición itinerante que recorrió todo el territorio español en un autobús olímpico, y a finales de noviembre de aquel mismo año, cuando se cerró la campaña, se había sobrepasado la cifra de los 100.000 procedentes de los cuatro puntos cardinales del estado.
Con aquel enorme contingente humano dispuesto a todo, el Comité Organizador de los Juegos (COOB’92) puso en marcha un minucioso proceso de selección para encontrar a los voluntarios adecuados, quienes tuvieron que seguir un ambicioso plan de formación que les permitiera llevar a cabo, con las máximas garantías, diversas labores de apoyo al público, a los deportistas y a la familia olímpica en general en áreas como asistencia, información, relaciones públicas, seguridad, transporte, telecomunicaciones, etc.
Dos terceras partes del equipo humano que organizó los Juegos de Barcelona estuvo formado por voluntarios, cuya importancia quedó plasmada en una división específicamente dedicada a este colectivo, dependiente de la dirección general de recursos, que posteriormente quedó integrada en el Equip 92 junto a los cerca de 6.000 empleados remunerados.
Hecho diferencial
“Los voluntarios fueron el hecho diferencial de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Les movió la ilusión colectiva de participar en un acontecimiento mundial que percibieron único”, asegura 25 años después de aquellos mágicos días Joan Sonet, quien durante los Juegos fue voluntario del servicio de gestión de datos de la competición de pentatlón moderno y ahora coordinador de Voluntaris 2000, la principal asociación heredera de aquel movimiento solidario de la que Albert Soler, ex secretario de estado para el deporte y actual ejecutivo del FC Barcelona, fue uno de sus fundadores y su primer presidente.
Y es que, como dice Enric Truñó, el que fuera concejal de deportes del Ajuntament de Barcelona liderado por Pasqual Maragall durante la competición que transformó Barcelona, “aquel colectivo de voluntarios de Barcelona’92 tenía un plus de motivación hacia la ciudad o hacia el mundo del deporte y disfrutó los Juegos dejándose la piel en el esfuerzo a cambio de nada o de muy poco”. Y ahí residió el secreto del éxito, que el paso del tiempo no ha conseguido apagar. 25 años después, y amigos para siempre, como cantaron ‘Los Manolos’ en el himno festivo que hizo fortuna en Barcelona’92