La bondad de las cesiones

En los últimos años, parecía cundir la sensación de que la cesión de una joven promesa de Lezama a otro equipo no era más que la antesala de su salida definitiva del Athletic. La crónica de una salida anunciada. Los más desmemoriados, entre los que me incluyo sin rubor, teníamos que remontarnos a los tiempos en los que Andrinua jugó de prestado en el Valladolid para señalar una operación de este tipo tras la cual el futbolista de turno volvía para triunfar en Bilbao. Quizás sea algo exagerado, pero no recuerdo muchas más.

Mientras el lector enumera cual ametralladora nombres de leones que hicieron carrera de verdad en el Athletic tras ser objeto de préstamo a otro equipo donde pudieran curtirse -me acuerdo ahora de Carlos García y su paso por Osasuna-, celebro que las cesiones en el club rojiblanco dejan de sonar a condena. Lo digo sobre todo por lo ocurrido con Mikel Vesga.

El vitoriano fue incorporado por Valverde a la primera plantilla el verano pasado. Pero en vista de los pocos minutos de que gozaba, en el mercado de invierno se le buscó acomodo en Gijón. En el Sporting sí pudo hacerse con un puesto en el once titular y disponer de las oportunidades para seguir creciendo.

Solo medio curso ha bastado para que Vesga vuelva más hecho y haya sido capaz incluso de birlarle el puesto a todo un peso pesado del equipo como Mikel San José. Cuenta con la total confianza de Ziganda, que le otorgó galones de mando en las dos temporadas en las que el gasteiztarra jugó en el Bilbao Athletic. Y parece que Aketxe, tras los zambombazos con los que conquistó a la afición del Cádiz, tampoco va a ser una pieza de relleno para Kuko en el Athletic. Las cesiones funcionan. Buena noticia. Para eso están