Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
El oro soñado que Cacho hizo realidad
En el 25 aniversario de su gesta, Fermín repasó el título más emblemático del deporte español en los Juegos de Barcelona’92
El subidón de autoestima del deporte español en los Juegos de Barcelona’92 tuvo una foto predilecta, una gesta de cabecera. Hay medallas que pesan más que otras, y un oro en una de las pruebas reinas del atletismo, el 1.500, en casa, ante un estadio olímpico rebosante, come aparte. La recta final mágica de Fermín Cacho en Montjuïc, rebasando rivales desde la calle interior, cumplió ayer 25 años, y su protagonista, que hoy tiene 48 años, se puso en Madrid delante de un televisor para repasar una final que ha visto mil veces y explicado otras mil. Pero en el 25 aniversario, el recuerdo de su gesta y lo que significó para el deporte españo tiene más sentido que nunca.
“Había soñado la carrera y la victoria”, dice Cacho un cuarto de siglo después. Lo rememoró en un acto organizado en Madrid por las Bodegas Protos. Salió a la prueba tranquilo, dice, quizás por la inconsciencia de sus entonces 23 años, porque ya sabía cómo iba a terminar: “Durante los días previos, después de la semifinal, había soñado con cada detalle. Había corrido la carrera 50 veces, con diferentes formas y diferentes tácticas. En todas las carreras terminaba ganando yo y eso me daba confianza para poder hacerlo”.
Pero una cosa es soñarlo y la otra hacerlo. Cacho tuvo que luchar duro para conseguir mantener a raya a sus rivales y cruzar la meta en primera posición: “Cuando pasé a Chesire, yo me protegí con el brazo. Cuando me puse a su altura le puse el codo y la mano en el pecho para que no reaccionase y me empujase”.
Fue un triunfo claro, con una recta final esplendorosa en la que pudo disfrutar sabiéndose ganador a 30 metros de la meta. Su entrada con el brazo levantado es quizás el detalle que más recuerda la gente. “En los últimos 100 metros pensaba que algo muy malo me tenía que pasar para no ser campeón olímpico. Cuando pasé por delante del podio, ahí estaba seguro de que iba a ser campeón. Y lo que se siente entonces es imposible de describir con palabras”.
Fue el cénit de su carrera. Después vinieron grandes momentos, medallas mundiales y un enorme récord de Europa, pero también años malos. “Como 1995, el peor de mi carrera. Quedé octavo en el Mundial y había gente que me decía que me retirase, que estaba acabado”. Se levantó y resurgió para llevarse la plata en los Juegos de Atlanta’96. Y al año siguiente, la carrera más rápida de su vida. “El 13 de agosto del 97 en Zurich corrí en 3’28”95. Fui récord de Europa durante 17 años”. Una marca que aún hoy le sitúa en el top 10 de todos los tiempos