Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
La fórmula del éxito de Mikel Landa
A diferencia de otros inviernos, en éste pudo entrenar lo que quiso, sin sufrir caídas
Sin techo, Mikel Landa está protagonizado una de sus mejores temporadas, por no decir la mejor, en la que está siendo muy constante, en la que la fortuna le está respondiendo y en la que ha llegado al parón veraniego en perfectas condiciones físicas, después de empezar la temporada el lejano ya 15 de febrero en Málaga, en la primera etapa de la Vuelta a Andalucía, y de bajarse de la bici tras ganar la Vuelta a Burgos.
Seis meses después Mikel sigue estando ‘on fire’, pero, ¿cuáles son las claves de su buen rendimiento tras tantos kilómetros acumulados en las piernas? Sin duda, la clave número 1 radica en el frío invierno, en la pretemporada, en la que el ciclista del Sky pudo trabajar con tranquilidad, entrenar sin problemas y salvar los días grises sin caídas, un detalle que en su momento mermó y mucho su rendimiento. Basta recordar el fatídico 2011, cuando defendiendo los colores del Euskaltel llegó a romperse hasta tres veces la clavícula. Una serie de incidentes que con anterioridad le hicieron coger algún kilo de más, un peaje demasiado caro que los ciclistas no pueden permitirse. En cambio, este año ha venido ofreciendo una estampa impecable.
Un invierno perfecto
La salud es lo primero, pero es que además se ha encontrado con un invierno favorable en su Vitoria natal, que le ha dejado entrenar todo lo que quería, y cuando éste ha mostrado su cara más amarga ha sabido escaparse a tiempo e irse en busca del sol en Benidorm. Todas estas circunstancias le permitieron crear una buena base que después él ha sabido ir administrando, viéndose beneficiado además por la suerte, que también juega. Y cómo. Parecía que el mundo se le venía encima en la 9ª etapa del Giro, después de irse al suelo junto a su compañero Geraint Thomas y algunos más ciclistas por culpa de una moto cuando empezaban la ascensión al Blockhaus.
Tras la caída se temió lo peor. Llegó a completar el recorrido “con una pierna”, como dijo él. Estaba, literalmente, destrozado, pero tuvo la fortuna de gozar de una jornada de descanso al día siguiente y que después viniera una contrarreloj en la que no forzó, lo que le permitió ir de menos a más, ganar una etapa, pudiendo haber ganado tres más y siendo el mejor en la montaña.
Tras el Giro hizo 2º en la contrarreloj del Campeonato de España y llegó a un Tour enchufado, en el que fue la sombra de Chris Froome y en el que a punto estuvo de pisar el po- dio de París, yendo algunas etapas con el freno de mano trabajando pa- ra su jefe de filas. Después, en la Clá- sica de San Sebastián estuvo a un gran nivel, rompiendo la carrera en la subida a Igeldo y trabajando para que su compañero en el Sky Michal Kwiatkowski triunfara en las calles de San Sebastián. Un pico de forma que mantuvo en la Vuelta a Burgos, en la que ha dominado con mano de hierro hasta llevarse la general en la última etapa y después de ganar dos jornadas. Y da la sensación que podría seguir corriendo donde qui- siera esta próxima semana que lu- charía por los triunfos, y todo esto podría ser de otra forma si las conse- cuencias de la caída del Giro hubie- ran sido otras. La película hubiera sido del todo distinta.
Y, no hay que olvidar otra clave, la de la propia forma de ser de Mikel, sabiendo abstraerse de la infinidad de alabanzas que recibía día sí y día también en el Tour de Francia, y de las mil preguntas que a diario le ha- cían sobre su futuro. Landa se cen- tró en hacer lo que mejor sabe, dar pedales, los que aparcará por unos días para disfrutar de unas mereci- das vacaciones, antes de regresar con las clásicas de Italia y disputar una de las pruebas que más le gusta del calendario internacional: el Gi- ro de Lombardía
Cuando en Vitoria amenazaba lluvia, él ponía rumbo a Benidorm y al sol
Al Mikel de hoy en día no le sobra un gramo de grasa, a diferencia de hace unos años