Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
WILLIAMS TIENE UN PASE
Muniain y Aduriz, a sendos centros del bilbaíno, firman la cómoda victoria de los leones ante Iraizoz y compañía El equipo de Ziganda vuelve a sacrificar cierta alegría ofensiva para hacerse fuerte en defensa
El Athletic de Ziganda va adquiriendo su propio sello futbolístico. El hecho de que la portería rojiblanca haya terminado a cero en las tres primeras jornadas de Liga no se antoja una cuestión baladí. Al contrario, Los leones han sacrificado ciertos aspectos ofensivos comunes durante la etapa de Valverde en favor de una mayor consistencia a la hora de defender su propia portería.
El Girona, un recién ascendido que se estrenaba como Primera lejos de su feudo, puede dar fe de esta incipiente metamorfosis. Iraizoz, un veterano portero que durante su dilatada estancia en Bilbao pagó en más de una ocasión las locuras atacantes de Bielsa e incluso de Valverde, también. Esto es otra cosa, aunque para gusto, eso sí, los colores.
Porque es cierto que el juego de este Athletic, al menos de momento, no enamora. Los resultados, pese a todo, están ahí. Siete de nueve puntos en Liga y clasificados en la Europa League. Las llegadas ante el marco contrario, tal y como quedó constancia ayer, han descendido cuantitativamente. Los sustos y la sensación de zozobra a la hora del repliegue propio, también. El equipo bilbaíno, guste o no, está en otras manos.
Ziganda ya lo había advertido en la víspera. El equipo gerundense iba a obligar a sus pupilos a asumir la iniciativa en ciertas fases del choque y a contraatacar en otras. Tanto Iago, sustituto del ‘indispuesto’ Kepa, como Iraizoz se convirtieron así en meros espectadores del encuentro. El bilbaíno apenas tuvo que intervenir. Elnavarro, ovacionado en su vuelta a casa, tampoco se hernió.
El Girona, con tres centrales y un solo punta, apostó por un fútbol más combinativo. Toque, toque, más toque e intentos de llegada por banda frustrados por los ayer bien asentados Lekue y Balenziaga. Núñez, bien otra vez, y Laporte se encargaban mientras tanto de frenar al bullicioso Stuani.
El Athletic, con Aduriz finalmente en el once titular, no apostó por tanto toque a la hora de proyectarse en ataque. Muniain, en medio de la desidia creadora de los rojiblancos, se encargó de animar el cotarro. El
navarro,que una vez más se desenvolvió con mayor soltura por el centro que por la banda, acertó además a batir a Iraizoz tras un buen centro desde la banda de Williams mediado el primer tiempo.
Ziganda ya tenía lo que quería. Puede que antes incluso de lo que pensaba. Para Machín y sus pupilos, sin embargo, comenzaba un nuevo partido. El conjunto catalán, pese a todo, se mantuvo fiel a su propuesta inicial.
A favor de obra
El arranque del segundo tiempo, contrariamente a lo que podía pensarse tras un buen tiro de falta de Aday, supuso el principio del fin amarillo (el Girona cambió ayer sus colores habituales) en San Mamés. Un saque en largo de Iago, peleado por alto por Aduriz y ganado por Williams, permitió al donostiarra batir de nuevo a Iraizoz a medido pase del bilbaíno. El encuentro quedaba visto para sentencia a los pocos minutos de la vuelta de vestuarios.
Ziganda, con todo ganado o casi, empezó a dosificar fuerzas. Iturraspe primero, Aketxe después y Sabin Merino más tarde saltaron al césped para ayudar al equipo a hacer buena su ventaja o, incluso, aumentarla. Este último león la tuvo al borde del final, pero su remate a bocajarro acabó contra el palo.
San Mamés, con los miembros de la peña Iñigo Cabacas Herri Harmaila fuera de su grada desde antes incluso del 1-0 y pidiendo la dimisión de Urrutia, vivió una tarde amable y tranquila a nivel futbolístico. El Girona pagó la novatada ante uno de los clásicos de Primera. Hay, eso sí, margen de mejora para los leones