Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Jugar como nunca para perder como siempre
Los cambios tácticos introducidos por Ziganda sirvieron para mejorar el equipo, pero no el resultado final
Jugar como nunca para perder como siempre. Las lecturas del partido disputado por el Athletic el pasado domingo en Mestalla van por esta línea. El equipo de Ziganda convenció, sobre todo en la segunda mitad, pero no venció a un Valencia que supo apretar el culo atrás cuando mayor era la presión bilbaína.
La diferencia del encuentro radicó, guste o no, en los porteros. Mientras Neto, el local, evitaba que los leones, por ejemplo, empatasen por medio de Raúl García; Kepa cometía un penalti innecesario y protagonizaba una salida a destiempo que permitía a los locales firmar un 3-1 temporal cuando más estaban apretando los leones. Una mala tarde la tiene cualquiera, pero da la sensación de que el tema de la renovación puede empezar a pasar factura a un guardameta tranquilo y sereno donde los haya. A todo un buen guardameta.
Marcelino, justo es reconocerlo, ha confeccionado un bloque sólido y consistente durante el poco tiempo que lleva todavía en el banquillo valenciano. El equipo che sabe a qué jugar en cada momento. Visto lo visto ante los bilbaínos, se podría decir incluso que se siente mucho más a gusto dejando la iniciativa al contrario de turno.
Todo tiene su explicación. La presión que realiza el Valencia desde arriba, con Zaza y Rodrigo como principales estiletes ofensivos, habría que definirla como una presión en toda línea. No una simple presencia para tratar de dificultar el camino al rival, no. Un asalto en toda regla para robarle la pelota o, en su defecto, dejarle tocado para que alguno de sus cuatro medios culmine la jugada.
Eso, por ejemplo, le faltó al Athletic en el primer tiempo de Mestalla. No es que los rojiblancos no tratasen de torpedear la conducción che, sino que la presión de Williams, Córdoba, Susaeta y compañía carecía de consistencia. Cuando el partido se torció y con Aduriz primero en escena y Raúl García después, los che empezaron a tener problemas para hacer circular el cuero. El Athletic, entonces sí, presionó al unísono y con eficacia.
Trivote no, 4-1-4-1
No acabo de entender la insistencia en incidir en el supuesto trivote empleado por Ziganda en Mestalla. Una cosa es alinear a tres medios centros dentro de un mismo once y otra bien distinta situarles de una manera u otra a ras de césped. El equipo bilbaíno se plantó en Mestalla con un claro 4-1-4-1. San José, de esta manera, ejerció entre la línea defensiva y la de centrocampistas con Williams como único atacante.
Ni siquiera en la segunda mitad, cuando el entrenador optó de salida por dejar al navarro en la caseta para dar entrada a Aduriz, el Athletic varió su dibujo táctico inicial. El donostiarra, dicho de otra manera, vino a ocupar la zona de Williams, este quedó desplazado al interior diestro, Susaeta vino a ejercer en el lugar que hasta entonces había ocupado Iturraspe y este último pasó a situarse entre la zaga y la media de cuatro. El panorama sí cambió ligeramente tras la entrada posterior de Raúl García, pero más por la necesidad de ir en busca del empate que de otra cosa.
Los leones se sintieron cómodos así. Jugando con las líneas más juntas que nunca, presionando arriba y, sobre todo, sabiendo hacer daño por las bandas. El signo del marcador, lamentablemente para los intereses bilbaínos, no varió
La gran diferencia entre Valencia y Athletic, guste o no, radicó en los porteros