Camp Nou icónico

EL SENTIMIENTO VIVO DE la porra alzada ante la resistencia pacífica de ciudadanos protegiendo una urna en un colegio del Eixample, en el castigado Sant Carles de la Ràpita o en un sencillo pueblo de 700 habitantes como Aiguaviva, sigue abierto como una herida. Nadie puede ser ajeno al sentimiento a flor de piel que se vivió en la mañana del domingo: imágenes angustiosas, gritos y cargas en un referéndum que se anticipó alegre y al que se llegó mediante un truco de prestidigitación que nadie ignora, bien aliñado por un relato salpicado de épica. Se estaba, pensaban muchos, ante un momento histórico. La opinión publicada al día siguiente, los discursos en caliente, calaron en la gente. Y entre los sentidos alegatos se dijo que el Barça había perdido sus valores y el ‘més que un club’ había sido arrojado al trastero. Pero no todos piensan lo mismo.

HAY QUE VALORAR EN TODA su dimensión que Bartomeu haya asumido en primera persona y en una situación histórica toda la responsabilidad del partido sin público. La primera decisión fue la de suspenderlo a cualquier precio, como no podía ser menos. Ni tuvo consenso, ni ayuda de nadie. Los ‘mossos’ que cerraron a las 8 de la tarde el estadio del Nàstic no lo hicieron en el Camp Nou. Tampoco ayudaron los jugadores. El presidente corrió con el riesgo y se jugó para proyectar a través del estadio desnudo el dolor que seguía vivo. Los 90 minutos del partido fueron ‘trending topic’ mundial con la expresión Camp Nou. Fue una formidable plataforma para que el mundo, las redes sociales, conocieran a lo largo del encuentro lo que estaba sucediendo en la calle. Los medios internacionales proyectaron la imagen icónica del Camp Nou vacío como una poderosa sirena de alarma que Catalunya lanzaba y que no hubiera sido posible con la suspensión. 174 televisiones contaron lo que ocurría. Primero caló la rabia, sí, pero quizá el ‘més que un club’ fue la fuerza que mejor proyectó la indignación de sus conciudadanos. Quizá ¿no?