Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

“SERÉ RECORDADO COMO UN CAMPEÓN”

- José Ignacio Huguet

“Mi objetivo de niño no era jugar en la NBA, era jugar hasta los 39 años. Y lo he conseguido”, nos explica por teléfono desde el aeropuerto de Fort Lauderdale (Florida). No podía ser de otra manera en el caso de un competidor nato como Pete Mickeal, que si cuelga ahora las botas no es por un claro declive físico (32 minutos, 17,2 puntos y 6,4 rebotes de media en el Atenas argentino la última temporada) sino por el deseo de estar más cerca de su familia y la oportunida­d de integrarse en el staff de los Minnesota Timberwolv­es de la NBA. El Barça sigue en el corazón... y en sus planes de futuro. ¿Cómo se siente un jugador retirado?

Llevaba tiempo persiguien­do esta oportunida­d que ahora se me da y estoy muy contento con la situación. Los dos últimos años que he jugado en Argentina estaba buscando una oportunida­d así para retirarme y pasar al organigram­a de un equipo de la NBA. ¿Tenía algún contacto previo con los Timberwolv­es?

Bueno, mi contacto con Minnesota es Tom Thibodeau (actual técnico de los Wolves), que era el segundo entrenador cuando tras el draft del 2000 acabé en los Knicks. Eso es lo que hizo que esto pasara, este es un mundo pequeño. No había visto a Thibodeau en 15 años pero pasé mucho tiempo con él en mi primer año como rookie y en dos ‘summer leagues’ cuando él era entrenador allí. Él ha sido el que me ha ofrecido esta oportunida­d, este trabajo y estoy muy contento. He visitado algunos otros equipos este verano, como San Antonio o Boston, pero Minnesota creo que es el destino ideal para mí. También me ha ayudado mucho a llegar hasta aquí David Carro, que además de mi agente es como un hermano para mí. Conoce a todo el mundo en la NBA y sus contactos han sido básicos para que los Wolves me entrevista­ran y me dieran el trabajo. Una entrevista que duró dos días, ocho horas cada día, casi nada. Es decir, que su retirada llega para aprovechar este salto a los despachos, no porque su cuerpo no diera para más. He visto que sus estadístic­as este último año en Argentina seguían siendo muy buenas... Sí, eran bastante buenas. Pero necesitaba volver a mi país para pasar más tiempo con mi familia. No es lo mismo Argentina que vivir en España, y el baloncesto tampoco es lo mismo. Si vas a la NBA es fantástico pero si tienes que ir a Sudamérica, Venezuela, Argentina... son buenos países pero para mí es más difícil vivir allí. Cuando juegas en ACB y vives en Barcelona o ciudades así, la vida es maravillos­a, pero para mi familia no era una situación ideal que yo jugara en Sudamérica. Ellos seguían en Estados Unidos porque mi hijo de cinco años aún va a la guardería. Y por eso tomé la decisión de parar de jugar en esta situación. Sentía que era tiempo de parar. Tuve contactos con un par de equipos de ACB pero no fructifica­ron. ¿Sí? ¿Qué equipos?

No, no hablo de equipos en concreto. Mi agente sondeó las posibilida­des en España pero no salió nada, era demasiado tarde, yo tomé la decisión en agosto o septiembre y entonces estaba todo bastante cubierto. ¿Cómo quiere que se le recuerde como jugador?

Seré recordado como un campeón, como un ganador, durante toda mi carrera, por lo que he hecho en España. Creo que soy el americano con más títulos de la historia de la ACB, todavía tengo frescas en la memoria todas esas imágenes ganando al Madrid, las situacione­s difíciles que superamos, los problemas que tuve con Rudy Fernández, con Carlos Suárez y aquellos grandes partidos... Con Carlos Suárez casi se pegan en una final ACB...

¿Y qué pasó después de aquello? Que ganamos todos los partidos después de aquella pelea (el cuarto y el quinto de la final) y nos llevamos el título. ¿Cuáles son los recuerdos más valiosos que guarda de su etapa en el Barça? ¿La Euroliga de 2010?

¿Su cara a cara con Kobe Bryant en el Sant Jordi? El partido contra los Lakers fue divertido, nada más, dos competidor­es midiéndose el uno contra el otro, algo normal en el basket de Estados Unidos. Fue divertido, pero mis recuerdos están en el Palau, con los aficionado­s, con la gente que me increpaba cuando jugaba con el Baskonia para luego acabar aclamándom­e años después en el Palau. Esos son mis recuerdos. Y las relaciones que todavía tengo, porque sigo viniendo a Barcelona cada verano. Es mi segunda casa. ¿La gente le sigue reconocien­do por la calle?

Por supuesto. Tengo más amigos en Barcelona de los que tengo en Estados Unidos (risas). Estoy muy conectado con Cataluña, es mi gente y siempre que vengo la gente me muestra mucho amor. Me siento en casa cuando estoy ahí. Este último verano pasé bastante tiempo con mi familia en Vilanova, es donde pasamos los veranos y allí la gente me reconoce y me trata muy bien. Supongo que considera su etapa en el Barça como la cima de su carrera... Claro, no hay debate sobre eso. No hay nada que se le pueda comparar. Usted ha jugado en medio mundo, desde España, hasta Corea, desde Argentina hasta Grecia o Venezuela... Sí, y esta vida ya no es la que quería. Este nuevo trabajo también requiere muchos viajes, estoy ahora en el aeropuerto, hoy voy a Charlotte, mañana voy a Atlanta y al día siguiente voy a Memphis. Tengo tres partidos seguidos. Pero es otra historia, estoy en casa. ¿Pensaba que aún no había empezado con los Wolves?

Sí, sí. Empecé en este trabajo el 24 de septiembre, ya llevo un tiempo trabajando. Y la verdad es que no sé cómo ha trascendid­o que me he retirado, no tengo ni idea, yo no he hablado con nadie de eso, no he hecho ningún anuncio. Creo que fue porque hablé con gente de Cataluña en un partido en Orlando hace una semana y alguien se lo debió explicar a la prensa. Pete Mickeal sigue siendo un ídolo en Barcelona. ¿Tiene en mente regresar algún día al Barça? Tuve algunas reuniones con Nacho (Rodríguez), el general manager, en junio, cuando estuve allí, también con Rodrigo de la Fuente. Fueron bien pero en ese momento no había ningún puesto disponible para mí en el Barça. Mi primera opción era el Barça, por eso fui a Barcelona y hablé con Nacho y quedamos que tal vez en el futuro hubiera algo para mí. ¿Y qué quería hacer en el Barça?

Algo de entrenador. Era mi primera opción, a mi familia le encanta Barcelona. No salió pero todo puede pasar en el futuro. El Barça está ahora en la dirección correcta, tiene a los gestores adecuados. Cuando estás en una organizaci­ón como estoy yo ahora, entiendes lo importante que es tener un buen general manager al frente, que tenga claro hacia dónde quiere que vaya el equipo y el tipo de jugadores que quiere tener. Estoy muy contento de lo que ha hecho Nacho en el equipo hasta el momento. ¿Ha seguido estos años al Barça desde la distancia?

Claro. Sigo al Barça desde que me fui. ¿Y cómo se explica la desastrosa última temporada? Yo veo casi cada partido y el problema fue la inconsiste­ncia. Ganaba un partido, perdía dos seguidos,... Eso no es el Barça. Pero Nacho es el hombre adecuado para cambiar eso, ha elegido al entrenador correcto, los jugadores correctos... A veces no es fácil cuando llegas como general manager a un equipo porque tú no contratast­e al entrenador o los jugadores. A veces es bueno tener un año para darte cuanta de lo que pasa y después poder solucionar el problema. Y creo que ha fichado buenos jugadores, un buen entrenador, un ojeador que estaba en los San Antonio Spurs (Juan Llaneza)... Van en la buena dirección. Usted fue parte de un equipo campeón en el Barça. ¿Cuál era el secreto de aquel equipo? El secreto era Xavi Pascual, el liderazgo venía de Xavi. Y todos los jugadores seguíamos ese liderazgo. Y teníamos muchos jugadores con mucha experienci­a, que solo se preocupaba­n por ganar. Cuando tienes jugadores así siempre vas a jugar bien. Teníamos a Boni Ndong, que está haciendo un gran trabajo en el Unicaja, Juan Carlos (Navarro) en su plenitud, Gianluca Basile, Jaka Lakovic, Roger Grimau, Sada, Lorbek y la lista puede seguir... Todos los jugadores tenían la misma actitud y solo se preocupaba­n de ganar. Con eso se pueden ganar campeonato­s, pensando en el equipo y no en las individual­idades. ¿Usted siempre ha tenido una relación muy especial con Pascual?

Sí, le felicité cuando le fichó el Panathinai­kos. Me alegré mucho por él porque para Xavi no entrenar es una tragedia. Es uno de los mejores, sino el mejor cerebro que he conocido para entrenar a baloncesto. A veces las cosas no salen y eso no significa que no seas un buen entrenador. Se fue al Panathinai­kos y les hizo casi llegar a la Final Four. Y estoy seguro de que en su segunda temporada todavía lo hará mejor. Es muy importante lo que ha hecho, dejó su zona de confort en Catalunya, fue a un país diferente y tuvo que aprender a hablar un buen inglés... Pero es muy inteligent­e y muy listo. Es, de largo, el mejor entrenador para el que he jugado en toda mi vida. ¿Cómo ha podido jugar hasta los 39 años después del tromboembo­lismo que le obligó a dejar el Barça? Cuando me fui del Barça no fue una buena situación. Creo que nunca he hablado de ello antes. Yo tuve un apretón de manos con el presidente Sandro (Rosell), que en una cena en su casa me garantizó que yo volvería al Barça cuando estuviera sano. Cuando el presidente de un club como el Barça te estrecha la mano y te da su palabra tú esperas que la cumpla. Los doctores del Barça dijeron que era muy arriesgado cubrir mi contrato y yo eso lo puedo entender, soy un hombre, no un niño. Los doctores no querían poner en riesgo mi salud y lo entendí. Pero después me recuperé... Mi objetivo desde niño no era jugar en la NBA o jugar en el Barça, era jugar hasta los 39 años. Y lo he conseguido. He dejado de jugar sintiéndom­e bien como jugador. Mi último partido fue el 13 de mayo y sentía que podía jugar uno o dos años más

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