Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Sobre la imbecilidad puntual
Es incomprensible el deseo de repetir alborotos intrascendentes en noticia
El Atleti-Barça se consideró un partido de alto riesgo para la afición y, durante muchos días, todos los informativos le dieron vueltas al asunto. Mostraban una aparente intención de alertar, aunque lo que hacían en realidad era promocionar la posibilidad de conflicto y azuzar los ánimos. Se notaba incluso el deseo de que el choque entre aficiones fuese una realidad, porque genera imágenes más impactantes que espectacularizan la información. Y además se podía añadir al relato la posibilidad de culpabilizar al Barça como agitador del conflicto social por razones ideológicas. Porque, en los programas de deportes, la violencia todavía se justifica. Pero resulta que los medios pusieron las vendas antes que la herida. El comportamiento de ambas aficiones fue irreprochable, el ambiente festivo y todo se desarrolló con absoluta normalidad. Tanto el domingo como el lunes no tuvieron más remedio que mostrar-lo así.
Pero ni así, hay espacios que sienten la necesidad de reiterarse en casos aislados absolutamente irrelevantes que no aportan nada a la información. El domingo, en Deportes Cuatro, nos tuvieron que enseñar hasta tres veces un hombre que esperaba la llegada del autocar del Barça para vociferar unos insultos terribles a Piqué y al Barça. Incluso tuvo el honor de merecer una breve entrevista. También nos enseñaron tres veces a otro aficionado quemando una bandera catalana. Remarcaban que “solo es uno” y que “son casos aislados”. Pero es que el lunes, estos dos impresentables volvían a aparecer en Deportes Cuatro. Esta vez ya solo los insertaron dos veces a cada uno, pero tuvimos que volver a escuchar los insultos (y leerlos, porque se preocupan de rotularlos en pantalla para que no nos perdamos detalle) y ver la escena de la bandera arder. Repetían lo de los casos aislados. Tan aislados que, entre el domingo y el lunes, los vimos hasta cinco veces. Esto no es contar lo que ocurre. Es recrearse en lo intrascendente, en lo que les hubiera gustado. El deseo de crispación se delata en esta necesidad de visibilizar la imbecilidad puntual para convertirla en categoría